La pululación, el gentío, el distraído trajín, las hebras esplendorosas de los tapices, los rebuznos de los mulos, las manchas de humo, el olor del pescado fritándose, el té que humea en una taza, los retazos arrugados de las poltronas, los colores de las cintas en las cabelleras, las sinuosas líneas del traje de las muchachas, el duro cuero que sostiene las espadas envainadas, las máscaras de los capiteles, las voces inaudibles de los coros, las chabolas, los parapentes, las angulares esquinas, las rectas avenidas, las semillas de naranja, las vides, las huestes macilentas, las caravanas lejanas, la anterior vida de los pobladores... la ciudad integra va camino a otra, mutando sobre la relación misteriosa de otro cielo estrellado. Hacia una forma plausible de construcción que el devenir aún no ha establecido y que sigue interrogando al oráculo. Busca una órbita nueva, un diseño más aproximado a lo que desea, un mundo más cercano al cielo, y menos a ésta nube de polvo, a éstos incendios, a éstos derrumbes, a estos gritos en la oscuridad.
El catálogo de formas en las que elige es interminable, las estructuras agotan sus variaciones y se rehacen, comienzan con el fin de las ciudades. Retículas sin fin en donde reproducirse y deshacerse una y otra vez. Hasta que cada diseño no haya encontrado su ciudad, seguirá renaciendo.
Mas en la hora en que el siglo de la golondrina comience, una realidad nueva inundará el orbe de Aksallah. La ciudad estará cambiada sin duda, y acaso, para mejor... acaso...
El Rey Chamán ha dicho que las alas que ha visto volar son los paraguas desconfiados bajo los cuales miles de párpados pesados bajarán las miradas, gente que creyendo volar apenas alzaron del suelo. ¿Se equivoca el oráculo?, ¿El sueño del Rey es infiel a la verdad?... no necesariamente.
Quizás todo consista en saber qué palabras pronunciar, qué gestos realizar, qué orden elaborar, qué ritmo manifestar y hacerlo de ese modo en un momento ideal. No obstante, es preciso que todo ocurra como por casualidad, sin darle demasiada importancia, sin la pretensión de estar realizando una operación decisiva, teniendo en cuenta que de un momento a otro Aksallah puede cambiar el tiempo de su relación, y mutar nuevamente, yéndose hacia otro cielo más estrellado.
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(de mi saga: Ciudades santas, Ciudades diablas) Copyright by Susana Inés Nicolini. Todos los derechos reservados