Revista Literatura

Al cruzar la calle

Publicado el 20 septiembre 2011 por Gasolinero

La gente cruza la calle por donde puede;
la hermana Visita —siempre de negro,
sentenciando y pidiendo disculpas al cielo—
cuando asfaltaron la calle Manterola,
auguraba una mortandad terrible, de criaturas
sobre todo, bajo las ruedas de los coches.
 
Los muñecos de los semáforos se han quedado obsoletos,
con el sombrero (tal vez Fedora) y los zapatos
de punta fina y esa silueta trazada con rectas líneas
antipáticas y disciplinadas; Duchamps; todo el mundo
está con la cabeza agachada mientras el tiempo corre,
los coches pasan y nos duermen con cuentos.
 
La gente cruza la calle y entierra a sus muertos como puede,
en silencio casi siempre y con la cabeza gacha,
sin muchas preguntas, sólo las precisas, pero nadie
responde. La sangre fría de los muertos no vuelve
a calentarse, salvo por un milagro.
 
Aún hay milagros, aunque menos,
Dios está escarmentado de los hombres. Existe una técnica
muy sencilla que se denomina la maniobra de Heimlich
y que ha salvado más de una vida. En Reims eran ungidos
los reyes de Francia, con la Santa Ampolla, la gente
levanta la cabeza y cruza, como puede, pero sin tocarse.
 

P.S.
Rosalita

www.youtube.com/watch?v=3qFdcHo7Z7w


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