Llevo tiempo sin escribir. Sin hacerlo en ningún sitio. No es una llamada de atención, ni tampoco un lloro (sic), sino un efecto instalado durante todos esos largos meses en los que no ocurrió ningún milagro. En los que la espera se hizo caduca y la decepción constante. Ahora, transcurrido el impasse, y como si acaso fuera alguien, anuncio mi retirada de la Escritura. De todo lo negativo que la contamina, porque con lo bueno me quedo. No podría ser de otra forma.
Me quedo con la sensación y el sentimiento de ser escritora. Me quedo con todos los que me han publicado, ayudado y animado durante esta última década. Con los que, de forma sincera, han dicho algo bonito sobre mis palabras. Sobre mis historias. Me quedo con su asistencia. Con su gesto de compra. Con su ilusión e interés en leerme. Eso es, sencillamente, indescriptible. Nunca me arrepentiré de haberlo intentado. Gracias eternas.
Sin embargo la vieja fuente se ha secado y ya resulta imposible continuar; lo que pueda verse a partir de ahora, lo que pueda ver la luz (el milagro referido) ya habrá sido escrito o pactado con anterioridad. Mi contrato con Serial Ediciones para la promoción de “UN SONETO PARA LUANA” se prorroga un año más, durante el cual es posible que se encuentre en un mayor número de librerías (ojalá). Tal vez en futuras empresas aparezcan letras mías (también rescatadas), pero como una pequeña colaboración sin más. Cada uno ayuda con lo que (cree que) sabe. Solo dejo de escribir, no de trabajar.
Y como a un amor que deba irse para ceder su lugar al que haya de venir, dedico a la Escritura estos versos de José Ángel Buesa. Con ellos me despido hasta una próxima ilusión, que no tardará.
“Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizá no he de olvidarte, pero te digo adiós.
No sé si me quisiste… No sé si te quería…
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.
Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.
Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.
Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí…
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti”.
La entrada Al despedirme, versos para todos. se publicó primero en Marga de Cala.