Al mirador de mi hogarle pasa curiosamenteel caminar de la gentey la prisa de su andar.
Misteriosos y dispareszapatos vienen y estány de estar luego se vancavilando sus andares.
Desde aquel alto lugaryo distingo una muchachaque me ciega y emborrachacon solo verla pasar.
Ladraba mi corazónal ver aquella mujerpaseando su quererpor debajo del balcón.
Yo ya no la vi nunca másy en mi ventanal pegadatengo su risa grabadalos pasos de su compás.
Y así paso las semanasesperando poder verun día al hermoso serque cruzó por mis mañanas.
Ya no hago más que llorary le pido a mi terrazay a la traicionera plazavolver a verla pasar.