Al paro por principios.

«La honradez es siempre digna de elogio, aun cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho». Cicerón
Cuando nuestro protagonista, Marc Alonso, terminó el viernes su jornada de trabajo pensando en el fin de semana con sus hijos, poco podía sospechar la prueba que la vida le tenía reservada.
Seguro que nunca esperó que sus ideas o su honradez fueran puestas en tela de juicio, o que sus decisiones fuesen un ejemplo para los demás.   Su trabajo en la dirección de una empresa le gustaba. Había comenzado en un puesto de publicista con una denostada experiencia en temas informáticos y publicitarios. No en vano había trabajado como editor en Descubreapple.com y había fundando GeneracionKindle.com. Atrás quedaban sus primeros pinitos en la publicidad, en el marketing, en radio o en empresas como Gurmet Paradise Madrid.
Su mundo giraba en otros entornos, aunque sus conocimientos eran utilizados en el momento y situación adecuados, siempre de forma acertada.
Aquel lunes, después de la resaca de los juegos infantiles y de los momentos de pareja, se dirigió a su trabajo con la energía propia de quien descansa y desconecta lo suficiente para recargarse.
Sin embargo, las cosas no serían como Marc esperaba. Nada más llegar, le avisaron de una reunión urgente en Dirección. Dados los tiempos de crisis que vivimos, donde los despidos llegan hasta por fax, un momento así siempre es temido.
Sus jefes fueron claros y concisos, la crisis obligaba a prescindir de su puesto. Marc quedó en silencio cuando sus jefes añadieron: claro que no te estamos diciendo que vas al paro, no, sino que puedes reincorporarte a tu anterior puesto de publicista.
Esa frase le trajo recuerdos cercanos: su ascenso, la llamada a un amigo para que optara al puesto vacante que el dejaba, y la alegría al saber que había sido admitido en dicho puesto.
Hoy sus jefes le estaban diciendo que volviese a su antiguo puesto y dejara a su amigo sin trabajo, el mismo a quien él había ayudado.
¿Qué decisión tomaba Marc? No lo pensó, no podía echar a su amigo en su propio beneficio.
En una situación similar, la mayoría de las personas elegirían mantener su trabajo —sobre todo si se tiene una mujer y dos hijos como Marc—, aunque por ende ello supusiera el despido del amigo.
Sin embargo, Marc no es la mayoría. Su cabeza piensa en unión con su corazón, con sus ideas, con su sentido de la amistad, con la honradez, valores casi desterrados de nuestro viejo mundo.
Sin darse importancia ni considerarse un héroe del siglo XXI, toma la única decisión que le permite dormir por las noches sabiendo que ha hecho lo correcto, que ha tomado una sabia decisión: renuncia al puesto anterior y se va al paro, comenzando una dura búsqueda de empleo.
Atrás quedaron sus años de publicista, de fundador, de editor, de subdirector, de… esfuerzo, lucha, tesón y buen hacer, hoy es un parado más que visita las oficinas del INEM, que busca y rebusca por diarios, internet y redes sociales una opción de trabajo como cualquiera en su misma situación.
Pero no, no es cualquiera, es alguien que ha puesto sus valores por encima del dinero; que no ha dejado a un amigo en la calle después de haberle ayudado; y que ha preferido ser fiel a sus ideas.
Desconocemos si el amigo es consciente del valor de este gesto, del tesoro que posee y de la lealtad demostrada por Marc.
Ojala, en el día a día, en la política, en los dirigentes, primasen los valores como la honradez y la lealtad, puede que de ser así, no estuviésemos en estos lodos donde ahora nos hundimos sin ser capaces de salir a flote.
Gracias, Marc, por demostrarnos que el ser humano puede llegar muy lejos si no deja de ser el mismo ante nada. Estamos seguros que no tardarás en encontrar trabajo, personas así no abundan.
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