si jugamos el juego de la muerte
contando los latidos en el pecho,
si andamos por el rumbo más estrecho
en los designios raros de la suerte
si creemos la carne escudo fuerte
para salvar lo poco que hemos hecho,
si el amor es tan solo suave lecho
o loca sensación que nos divierte
la vida no es más que un tonto insulto,
incapaz de abrir cerradas puertas;
es un llanto fatal, empero oculto
y cuando sean las carnes cubiertas
aún con riguroso y santo culto
las huellas estarán, borradas, muertas...