Fue la pasada tarde, después de una videoconferencia de teletrabajo. La reunión era de 15 minutos y al final se fue de madre. No sé bien lo que ocurrió, pero la planificación estalló como lo hacían los puentes en esas viejas películas de la segunda guerra mundial.
Al principio fue la web cam de Julián, se ve que había desayunado churros y en un descuido tocó el objetivo de la cámara. A nosotros nos parecía que había escapado del cierre perimetral y que transmitía desde un piso franco. Es lo que tiene el teletrabajo, tantos días en casa nos hace pensar que pasa algo extraordinario ahí afuera. Pero al final el supuesto piso franco y esa evasión de la comunidad confinada se esfumó, tan rápido pasó un trapo limpio sobre la lente.
EL pijama
Luego fue el pijama de Julia. El largo puente en su casa, (sumado al último año que llevamos todos) hizo que el glamour y la sofisticación con la que nos acostumbraba en la oficina, huyera con las últimas aves del otoño. Y que ahora en primavera, estas aves habían desviado su rumbo, dejando en su armario, regalos del día de reyes de gente que ya no recordamos.
El pijama repleto de saltamontes tenía delito. El amarillo del insecto no estaba bien conseguido, más bien parecía el excedente de alguna pintura caducada, que por no tirarla, se usó en el tejido. El dibujo en sí no estaba mal si estuviéramos en una clase de primaria, pero para una reunión virtual con 10 personas era una apuesta arriesgada.
De tripas corazón
El compañerismo es lo que tiene, o lo que no tiene. Todos ignoramos el pijama tan pronto empezamos a escuchar el llanto de David. David es el hijo pequeño de Juan Manuel. Todavía no le conocemos en persona, ya que nació en plena primera ola, pero tiene la curiosa capacidad de ponerse a llorar cuando habla Isidro. Las cosas del directo o mejor dicho de trabajar a distancia.
Tenor de Usera.
Isidro es un apasionado de la ópera, desde los 15 años no ha faltado una sola semana a sus clases de canto. Su profesor, es uno de los mejores prestidigitadores del mundo, ya que le dijo a Isidro de pequeño qué iba para tenor. Y la verdad, es que la voz rota de Isidro es una mezcla de bebedor vespertino de Chinchón y cabrero Tirolés de Gredos. Cada vez que hablaba, una corriente de aire retumbaba en su caja torácica, produciendo un sonido parecido al de King Kong en la Paramount. Al final del rugido; su voz, pero para un niño pequeño debía sonar como el mismísimo hombre del saco en sus mejores tiempos.
Puntos del día
Los puntos del día iban pareciendo, comas, guiones y algunas veces punto y aparte. Por ejemplo, ante el problema sobre decidir hacia dónde se dirige el diseño técnico, el grillo o saltamontes del pijama de Julia parecía moverse. Se rascaba uno y a todos nos picaba el cuerpo. El niño gritaba y pasábamos de punto. Alguien por el fondo planteaba dudas y la voz de Isidro, sellaba como el mismo Odín los signos de interrogación.
Conclusión
Una vez finalizada la reunión de teletrabajo con el visto bueno de todos, acordando para la siguiente los puntos a tratar. Se finaliza la videoconferencia, quedando uno en la soledad del hogar. Con el silencio, compañero molesto desde hace un año. Suerte que está Alexa con su “Lo siento, no puedo lavarte las cortinas”
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