Cuando la vida se pone difícil y al verte enfrentado a una dificultad aparentemente insuperable, cierra los ojos y figúrate que es una enorme roca que te obstruye el camino. Luego imagínate que las manos de Dios la quitan de en medio. Lo que para nosotros es imposible para Él no es nada.
Yo no soy mármol, soy barro. Y no por ello soy menos fuerte, cuando soy debil con Dios entonces soy fuerte, más fuerte que el mármol. Me gusta más esta imagen del barro que la del mármol. No soy tan duro. Me rompo fácilmente, me agrieto sin dificultad. Soy frágil, Fragilidad no es lo mismo que debilidad. Ser frágil me ayuda a volver a mi alfarero y a dejarme reparar por sus manos.
2«Baja ahora mismo al taller del alfarero, y allí te haré oír mis palabras». 3Yo bajé al taller del alfarero, mientras el trabajaba en el torno. 4Y cuando la vasija que estaba haciendo le salía mal, como suele pasar con la arcilla en manos del alfarero, él volvía a hacer otra, según le parecía mejor. 5Entonces la palabra del Señor me llego en estos términos: 6¿No puedo yo tratarlos a ustedes, casa de Israel, como ese alfarero? –oráculo del Señor–. Sí, como la arcilla en la mano del alfarero, así están ustedes en mi mano, casa de Israel.
El barro es fácil de moldear, es manejable. Un poquito de agua y se ablanda, se deja hacer. No presenta dificultades ante las manos de aquel que sabe qué quiere hacer con él. Continúa siendo barro en manos del alfarero y dejate moldear por Dios por sus manos, esas manos que siempre estan sucias, nunca estan limpias, siempre estan totalmente involucradas con ese barro que somos tú y yo.
Nuestra responsabilidad es aceptar los cambios que Él quiera hacer y nos confiamos porque estamos en las manos de Dios, esas manos que estan llenas de justicia, unas manos creativas que lo demuestran en toda su naturaleza, manos que dan vida y la quitan, manos fuertes y poderosas que libraron a Israel de Egipto y a otros de la esclavitud del pecado, manos que protejen, manos que fueron traspasadas para que nosotros seámos renovados.
Un día tu y yo salimos de sus manos y tuvimos vida, un día nos alejamos de ella y conocimos la muerte, un día tendremos nostalgia de sus manos. Cuando ese día llegue, Alfarero ven a reparar tu cacharro.
Descansa en sus manos, es el mejor lugar donde podemos estar. Con inmenso afecto, Tu Amigo Daniel Espinoza