Julien Gracq (Saint-Florent-le-Vieil, 27 de julio de 1910 - Angers, 22 de diciembre de 2007)
Editorial Debolsillo, 2006La sombra de Stendhal se proyecta en los libros de ficción de Gracq, como en Los ojos del bosque, por ejemplo. Recuerdo los días en que, al encargarme una editorial un breve prólogo a una edición de bolsillo de ese libro, decidí preparar el prefacio retirándome por una temporada a un albergue en los confines de las Árdenas, donde me sentí feliz, instalado deliberadamente en un tiempo muerto parecido al de la drôle de guerre de las Árdenas en la que se enmarca la acción de la novela. Me sentí perfecto viviendo con la alegría de Larbaud y de Stendhal en esa especie de tiempo paralizado, casi irreal, mezcla de drôle de guerre y de no tener nada que hacer salvo planear un prólogo. Me pasaba el día leyendo, escribiendo, por decirlo en términos de título de un libro de Gracq. Era mi forma de revivir la experiencia del oficial Grange, el personaje central de la novela. La verdad es que necesitaba yo hacer algo así para recuperarme de las heridas de la vida mundana, necesitaba eso tanto como vivir en la confianza de que un día podría volver a vivir de nuevo en la discreción y la tranquilidad de los años de mi juventud, aquellos en los que se desarrolló mi primera etapa como escritor: volver a los días en que Marcel Duchamp –cuyas tomas de posición ante la vida y el arte creo que tienen puntos en común con Gracq- era mi modelo existencial. Y era mi modelo por su discreción, geometría, clasicismo, elegancia y calma.[Enrique Vila-Matas. Revista Turia]