En la nebulosa de las incertidumbres ha viajado por esas gotas que sólo el olvido sabe definir.
Se ha caído susurrando desde el cielo,
tras navegar entre nubes de algodón.
La imagen de la cabecera va dedicada a Ma gitane: Manouche. (clic en su enlace).
Esa lluvia fina e insulsa se cala en las venas de su esponjosa existencia.
Ya ha absorbido las congojas de la melancolía bajo un vaivén de notas rotas.
Bajo una sinfonía de desencuentros consigo misma ha estrellado los espejismos de un vacío huero y hueco.
Le arrolló la locura, la rozó, la olió, hasta incluso pudo tocarla.
Esa frágil barrera casi llegó a traspasarla.
Un abismo entre ambas líneas recorre la laberíntica soledad de los héroes malditos, de todos aquellos que quieren escapar de la mediocridad de la existencia, cuando ésta se aferra con garras de hierro e hiende la piel.
En esos casos se pregunta hoy, desayunando y una vez recompuesto el puzle, dónde se esconde la realidad y dónde se encuentran los difuminados contornos de lo absurdo que le toca cotidianamente vivir como a miles de terráqueos o de replicantes, en suma, todos peleles goyescos, dominados por todas esas manos que vapulean la manta y que ni siquiera nadie sabe muy bien en qué ha consistido el juego en el mejor de los casos.
Gallinitas ciegas desarticuladas -unas y otras- transitando por la maraña de la neblina de su/nuestra enajenada mente difusa.