No hay nada, o no habrá. Mañana será ayer, mañana ya es, o no será. Te dolerán los dolores de la vida, que ya te duelen, que te han dolido y que detrás de ti siempre irán.
Y vendrán aquellxs y te dirán que mires el pasado, que has aprendido, que eres más sabio, que el tiempo cura, que el tiempo el dolor olvida, que hay remedio para la angustia, que hay paz para la tristeza, que hay un camino abierto, y dizque mágico y lleno de luces y de abrazos y amor de amantes y de amor de humanidad, y te dirán que tus pensamientos crearán el camino, que tus decisiones disciplinadas, apasionadas y enfocadas marcarán con certeza los pasos y construirán el futuro que te mereces o lo que crees merecer...Pues bien, eso no ha sido, nunca ha sido, jamás será.
¿Acaso olvidas los daños que hiciste, los espejos que rompiste, los seres que magullaste, los mares que evaporaste? Matas al vivir, hieres al pensar, destruyes al construir. ¿Acaso crees que un premio está aguardando por ti? ¿Que un estandarte se erigirá por ti? Yo te digo: quizás mereces el oprobio, quizás mereces tus caídas, quizás mereces tu esencia vacía y la epifanía de ser condena, de cadena esperando, de ser lucha en ejecución.
Pues no hay mayor condena que la condena de vivir. No hay mayor desdicha que la vida consciente, que la incertidumbre de todos los días, que la entropía que nos tasa y que nos determina. Maldito desgaste que todo arruina y que todo opaca y que todo agota y que me cansa y que me agota...
Un murmullo de optimismos te inundará a cada paso y en cada encuentro. Buitres de la felicidad. Cantores gallinazos. Mentiras. Sonrisas que te indicarán falsamente que hay un feliz posible y que es cuestión de ángulo y que se trata de perspectiva. Mentiras. No hay perspectiva para el dolor que todo inunda y que a la otredad construye como te construye a ti. Hoy que te duelen los dolores que ya conoces, en el ya donde te supuran las preguntas que sin respuesta siempre han venido, y más tarde, temprano nunca tarde, llegarán los quejidos que aún no intuyes. Más tarde, mañana, la semana que viene, durante los años que vivirás. A cada segundo, en cada respiro, en cada ahogo. No sabes del dolor del futuro pero sí sabes que será. Y quizás mañana descanses y la nada sea tu pronta dicha, porque en el algo, sufrirás.
¿Quién eres que crees ser especial por ser? ¿Qué eres que sientes que tienes algo para decir? En el infinito lo nuevo no existe: ya es. En el infinito el amor no existe: no es. En el olvido, en el vacío del cosmos, sin sinapsis ni descripciones, en silencio como los átomos, en el equilibrio donde no se palpita, en el absurdo donde todo se oculta, ahí, todos los segundos ahí, está tu yo del futuro ahí, reposa tu yo del pasado ahí, se embriaga tu yo del ahora. ¡Ahí!
Que nadie te diga que hay un sentido. El sin-sentido es el sentido. Sin respuestas, sin caminos, en soledad. O en equipo para que te exploten, o en equipo para que con espadas y látigos te lideren, o en equipo para que inventes propósitos que no te satisfacen, o en equipo para que parezca que en los demás vives y te vives y existes. Pero nadie existe: sólo lo que creas de ellos, sólo lo que construyes de ellas, sólo lo que decides creer en los grises, en el binarismo, en la no binaridad.
Y de esto que te escribo también te olvidarás. Porque no quieres escuchar la única verdad, porque quieres ignorar lo fútil de tus intentos, porque quieres creer que en este minúsculo instante, que en este minúsculo espacio de espacio estelar que eres y que ocupas, algo eres y algo ocupas. Nada eres. Siempre proyectado al dolor que sentirás, siempre hacia la monotonía que todo repite (las lágrimas tristes, las sonrisas ficticias, la pantomima), siempre los bostezos que tu células emiten, siempre el miedo y tu miedo, nunca la bondad.