Usualmente, en el camión, me ceden el lugar. A veces, no.
La cortesía de ceder el asiento a una mujer, se presta a cuestionamientos en relación con nuestras creencias sobre el género. Sin embargo, ceder el asiento a una mujer evidentemente embarazada, igual que cederlo a una persona mayor, discapacitada, o cargando un bebé, es un acto de consideración hacia las limitaciones y necesidades del otro.
Nadie sabe, en realidad, quién está en mejor condición para permanecer de pie y hacer equilibrios, así que no hay por qué juzgar a quien no se levanta para que otro se siente; sin embargo, sería bueno tener presente educar a nuestros hijos e hijas, en la consideración a los demás.
Silvia Parque