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Algunos hombres ... y otras mujeres

Publicado el 08 enero 2010 por Icíar
Algunos hombres ...  y otras mujeres
Escritora: Isabel Núñez
Se dice de este libro que es un libro de cuentos o relatos de autoficción, pero no penséis que podéis sencillamente ir al índice y elegir un título. No, son más bien fragmentos de una historia, y necesitan ser leídos todos para poder entender la evolución de la historia que hay detrás. Aunque tal y como está estructurado, puedan ser leídos en cualquier otro orden.
Es un libro ameno, atrevido, valiente y sobre todo sincero. La narradora cuenta pedazos de una historia personal y desnuda. La niña que aprende la conciencia de sí misma en un entorno familiar desfavorable, que conoce más de la culpa que del amor; extraña al contacto físico familiar, que la pone en guardia. La tragedia del que realmente puede pensar si no será que en el fondo la culpa de este desamparo es de uno mismo. No hay forma de saberlo. Piensas que no, pero no lo sabes, quizás tengan razón, quizás estés loca. Y la tristeza, ya para siempre, a momentos que siempre volverá.
En una segunda lectura, o al revés, quizás sea la primera lectura, es además un libro divertido, original e inteligente.
En esta carencia, los libros y la lectura serán alimento esencial, y también, al crecer, al convertirse en una mujer hermosa serán …. esas relaciones. De ahí vendrá el título “Algunos hombres … y otras mujeres“.
Desde este punto de vista, estas relaciones son vividas por el lector como algo necesario y comprensible, como una suerte en el largo recorrido hacia la necesaria valoración de uno mismo. Así, durante un tiempo, nuestra protagonista se verá en el espejo de estas relaciones que ayudarán a curar sus heridas.
Dice ella: “También es cierto que a pesar de mi enajenamiento de la época sí me daba cuenta de aquel algo tan íntimo en los encuentros físicos que yo no podía verbalizar entonces, una desnudez mucho más grande que la del cuerpo, un contacto asombroso con la soledad de otros“.
El hecho de que para dejarse ir en una relación le fuera necesario percibir ese deseo en el otro. y su otro interés intelectual, quizá fuera lo que la salvaría de ser presa de los hombres. Poco a poco, independientemente de estas relaciones y probablemente gracias a su trabajo de traductora empezará a sentir como si el mundo la necesitara.
Vivirá también intensamente su época, vive de cerca las modas hippies, comunistas y anarquistas. Quedan también en el libro sus propias teorías de la idea España y el franquismo, que no diré nada por no hacer esto tan largo.
Para despedirme, me gustaría hacer referencias a tres cosas que a mí me gustan mucho:
Primera: es el relato de Just, porque es el ejemplo de cómo nuestro cerebro nos engaña, de cómo las cosas son percibidas y de que además con el tiempo pueden ser transformados, al ver aspectos que sin saber por qué antes ni siquiera vimos aunque sí los viéramos.
Dice ella: “No pude explicarle cómo le había transformado a mis ojos esa lectura, ni decirle que su gesto al regalármelo me había demostrado, tarde, que no era el americano naif que yo pensaba, sino un lector inteligente. Ese libro sin dedicatoria, sería lo único que me quedaría de Just“.
Ese libro es 1984, que ahora me estoy leyendo.
Otra: lo que Max, el africano le cuenta en el tren a Figueres “porque en París… estoy solo en mi habitación, y si alguien sube las escaleras, no se oye ningún ruido, y yo me siento más solo… aquí, el ruido de la gente me hace compañía“.
Dice ella: “No podía hacerme cargo de alguien tan necesitado como Max, pero no podía evitar simpatizar con él, desheredado de la Tierra con su poética de canciones“.
Termino con este misterio, que me hace pensar:
“Es difícil decir por qué podemos soportar unas locuras y no otras, por qué ciertas tristezas nos atraen y nos mueven a proteger a quien sea y otras nos hacen salir corriendo“.
Como veis, es un libro sin final pero con un final feliz. Como los de Amélie Nothomb, seguro que habrá más.

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