“Te quiero” son dos palabras preciosas, sin lugar a dudas, pero a algunas personas (como a mí) les cuesta bastante expresarlas sin menoscabo de la intensidad de ese afecto, más bien al contrario. Las consideran demasiado importantes, demasiado graves, como para soltarlas a la primera de cambio y así desgastarlas. Dicen que aquellos que sienten mucho, aquellos que sienten en serio, no suelen ser muy locuaces en sus demostraciones afectuosas (tampoco en sus halagos), y yo, acostumbrada a un entorno mudo en ese aspecto, quiero pensar que sea así. Por lo que a mí respecta, seguro es así.
Sin embargo, existen unos aliados lingüísticos para demostrar y comunicar la existencia del amor, que bien podrían considerarse sinónimos del huidizo “te quiero”. Os dejo una muestra de los que yo suelo utilizar, y también de los que tengo el placer de escuchar…
- ¿Cómo estás hoy?
– Ten cuidado con la carretera.
– Avisa cuando llegues.
– Mantén el móvil operativo.
– No dejes de tomar el… (producto reductor del colesterol).
– ¿Ya no te duele? ¿Te pido cita?
– Mejor plancho yo, que te quemas…
– ¿Eso es comer?
– ¿A qué hora nos vamos?
– ¿No te apetece ir al fútbol?
– Si tardáis, os envío “wasaps” por un tubo…
– Ve sin problemas.
– No estás mirando (ropa) para ti…
– Acompáñame en este viaje.
– Siempre que veo estas cosas, me acuerdo de ti.
– He soñado contigo…
– Si me necesita, allí estaré.
– Te voy a llevar a un sitio que te va a gustar…
– “Para la mejor escritora”.
– Ni te preocupes: yo no me fiaría de esos concursos…
– ¿Qué arrugas?
– Si no publica es porque no va a “Sálvame”.
– Te tengo en el pensamiento.
– “Esto también pasará”.
– No voy a salir: estoy a vuestra disposición.
– De hoy no pasa que le escriba.
– No se te ocurra ir y volver en el día.
– ¿Estudiar en la privada? ¡Bah! ¡Roma está muy vista…!
– Ahora (con esa cicatriz) me gustas más que nunca.
– ¿Cambiar? Solo tienes que ser tú.
– Pues yo no estaba nervioso el día de la boda.
– Quería decirte algo…/No hace falta: ya lo sé…