© Ebony Galluzzo
De las desesperanzas
Nacen los errores
Que condenan a las almas accidentadas
A confundir deseos de amores.
Desde los atropellos del corazón
Parten las grandes desesperanzas
Que salpican en forma de lunares
La región noreste de tu espalda.
Y es así
Como al invierno le puede suceder otro otoño,
Y a éste otro invierno,
No llegando nunca la primavera
A entibiar las hojas de los sauces
Que lloran repetitivamente
Al borde del río opaco.
La culpa fue de mi ojo derecho,
Que sucumbió a la distracción
Y se posó en el hoyuelo
Con el que juega tu boca
Cuando se forma una sonrisa zonza.
Mi ojo izquierdo,
Receloso y cauto,
Inspeccionó líneas inconclusas,
Paralelas y diagonales,
Que surcan el cosmos
Delimitado entre tu frente y mentón.
Pero al llegar al abismo
Situado al final de tu rostro,
Desfallecieron ambas pupilas
Y al final algo nació.
¿Será amor?
Si el amor nace en un hoyuelo,
O en la intención de la promesa
Eterna y vaga;
Si nace en las palabras
Que torpemente se dicen
Al atardecer de la ambigua esperanza…
Pues muere en el desierto llano
Que habita en tus mejillas
Al sellar tus labios
Con líneas grises y oxidadas.
Muere en tu silencio y
Con el hastío del tiempo
Que endurece las arterias.
Lo que nació bajo el arco
De tu ceja derecha
No era más que el deseo
De un cielo con sol y estrellado
A las cinco de la tarde.
Patricia Lohin