Ensombrece el olmo tu silueta mientras silente hiere el sol tu piel, en el obscuro momento en que el alma vuela, al reencuentro de aquel ser que te ilumina la sonrisa. Sin buscarlo, encuentras entre esas sombras esa esencia que deleita tus sentidos y que sin dilación alguna decides plasmar en tu vivencia. Cuentan las golondrinas en sus chismorreos curiosos que eres tú la dueña de sus pensamientos, en esos laberintos de la mente, que resuenan en las esquinas. La luna traviesa, celosa, se encuentra al no tener momentos, pues él los roba en sus sueños para hacerte tan hermoso regalo. El brillo de su mirada le traiciona cuando en el velo de la noche rasgado, intenta camuflar su pensar.
Ensombrece el olmo tu silueta mientras silente hiere el sol tu piel, en el obscuro momento en que el alma vuela, al reencuentro de aquel ser que te ilumina la sonrisa. Sin buscarlo, encuentras entre esas sombras esa esencia que deleita tus sentidos y que sin dilación alguna decides plasmar en tu vivencia. Cuentan las golondrinas en sus chismorreos curiosos que eres tú la dueña de sus pensamientos, en esos laberintos de la mente, que resuenan en las esquinas. La luna traviesa, celosa, se encuentra al no tener momentos, pues él los roba en sus sueños para hacerte tan hermoso regalo. El brillo de su mirada le traiciona cuando en el velo de la noche rasgado, intenta camuflar su pensar.