El otro día me hice una limpieza de cutis. En el catálogo que me mostraron en la peluquería, cinco de las seis opciones incluían tratamientos para blanquear la piel. Es difícil encontrar en el supermercado productos para el cuidado del rostro, como jabones y cremas, que no tengan efecto blanqueante. La inmensa mayoría de las mascarillas (ocupan tantos estantes como en España los yogures o cereales para el desayuno) prometen una piel blanca y tersa. No en vano hay un dicho que reza algo así como “el blanco puede cubrir toda la fealdad” (Yī bái zhē bǎi chǒu).
Esto significa que yo, morena y con lunares, debo resultar un adefesio. Por fortuna, de altura no voy mal. Tengo la suficiente como para solicitar la entrada en las universidades de Hebei o Anhui, donde se requiere que las estudiantes tengan, como mínimo, 160 centímetros (la universidad de Beijing tenía una política similar hasta hace un par de años). Del peso no estoy segura. Aunque en términos occidentales soy normal tirando a delgada, aquí debo ser un elefante.
Las tres palabras en mandarín que resumen los estándares de belleza en China son gāo fù shuài, o alto, rico y guapo, y bái fù měi, blanca, rica y bella. Para que se te considere una mujer guapa, según The World of Chinese, has de reunir las siguientes características:
-Peso: cuanto más cerca de la talla cero mejor.
-Piel: blanca como la porcelana. Sin lunares ni granos.
-Nariz: las narices planas se consideran un horror.
-Ojos: redondos. Si no los tienes (lo más lógico en un rostro oriental) te los fabrican en un momento.
-Rostro: lo ideal es que tenga la forma de un “huevo de ganso” o una “semilla de girasol”. Aquí ya sí que me pierdo.
-Labios: pequeños y finos. Angelina Jolie no se come un colín.
Los hombres no tienen, al parecer, tantos requerimientos, salvo un rostro de facciones afiladas y, como ellas,el de la altura. Muchas compañías y algunos organismos oficiales –como el servicio diplomático, para que nadie se crea que China es un país de enanos– requieren que sus empleados tengan una altura mínima. En este contexto no es de extrañar que cada vez más gente recurra a la cirugía extrema, esa que consiste en romper la pierna para insertar tornillos de metal. Para crecer entre 6 y 8 centímetros, los pacientes deben llevar aparatos de metal en las piernas durante entre un año y 16 meses.
El Ministerio de Salud prohibió este procedimiento para fines cosméticos en 2006, y sólo lo permite “por estrictas razones médicas”. Sin embargo, se sigue utilizando, ya que como “estricta razón médica” puede aducirse el estrés que ocasiona la falta de altura.
Para trabajar de azafata en China Southern Airlines tienes que ser capaz de mantener una “perfecta sonrisa de ocho dientes”, también conocida como "sonrisa palillo".