Acaricié tus guerras, acallé los aullidos de aquel soldadito de plomo que se fundía en el fuego, y por fin bailamos juntos al son de esas llamas un bolero bajo la melancolía de una utópica ilusión que se puso guantes de goma.
E irme después de puntillas, y volando, y sintiendo latir en mí La vie en rose...