Hace dos días, mientras la mamá de Teresita estaba untando la mantequilla en el pan, y preparando los “cola-caos”, Álvaro le susurró a Teresita que era muy guapa. Ella sonrió, y le dio un beso en la punta de la nariz.
Álvaro se sintió muy bien, y no le importó que luego, Teresita, cogiera una de sus coletas, y como si fuera un pincel, le hiciera cosquillas en la cara.
En clase es distinto. Allí los niños insultan a Álvaro porque no es como ellos. Teresita no dice nada. Se sienta dos filas más adelante, lo único que hace es girarse, y sonreírle.
Álvaro escribe y pinta. Escribe poemas sin rimas, diciéndole a Teresita lo mucho que la quiere, y pinta dibujos de Teresita, sin sus dos dientes, pero con su enorme sonrisa.
Teresita acepta sus regalos. Y le acompaña a casa todas las tardes.
Las amigas de Teresita le dicen que no se acerque a Álvaro.
-“¿Porqué?”, pregunta ella.
Le dan razones sin razón. Pero Teresita se separa de Álvaro. Y éste ya no va a tomarse sus cola-caos a casa de Teresita.
Álvaro se queda triste, con su bufanda atada al cuello, y su gorra roja en la mano, esperando que Teresita lo vea, y vaya con él a casa.