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Amantes de la Lectura

Publicado el 24 julio 2012 por Perdidas Entre Páginas @LasPerdidas

¿Dónde empezó todo? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿A qué hora? ¿En qué lugar la conociste? ¿Recuerdas el segundo exacto en el que te enamoraste de ella?

La lectura nos acompaña a todos, día tras día, fiel, inquebrantable, te espera en cualquier libro cuando llegas a casa, ansiosa, se esconde en viejos ejemplares perdidos en la memoria y tú, la encuentras. La encuentras una y otra vez, ella sonriente y enamorada a veces te enseña lugares que jamás pensaste que pudieran existir, en Amantes de la Lecturaotras ocasiones te arropa con su manto y te transporta a lugares que ya conoces, experiencias que ya has vivido y ella tímida, con una media sonrisa en los labios, espera, espera removerte por dentro. Emocionarte, hacerte recordar y cuando sonríes al recordar, ella sonríe contigo. Amiga y compañera, a veces juguetona, te intenta asustar y que cada dos pasos gires la cabeza a ver quién te persigue; otras tantas, melosa, te intenta enamorar, y lo consigue, porque ella es así. A veces solo pretende hacerte reír para poder compartir la risa contigo; a veces se siente poderosa, invencible e intenta que tú, pobre amante, te intrigues, y leas y leas hasta el final sin pausa, que la ames sin descanso.

A veces se entristece y llora, llora porque no ha conseguido provocarte nada, tal vez disgusto, pero nada más, se acurruca silenciosa en una esquina y se siente desnuda, aniquilada y rechazada. Poco tarda en recomponerse, porque sabe que donde tú no la has amado, otra persona lo hará; da igual dónde y cuándo, ella sabe que esa historia a otro amante perdido le hará sentir… y entonces sale de su rinconcito, tímida, sonrojada, con miedo a volver a fallar, te mira con un brillo en la mirada y te promete que la próxima vez será diferente, “no volverá a pasar” te asegura y tú asientes, tendiéndole la mano, sabes que es una falsa promesa, volverá a pasar, pero no te importa, la perdonas incluso antes de que ocurra porque sabes que por cada historia que no te ha gustado hay mil más que si lo harán y compensa, compensa mucho. Después te regala algo, una de esas historias para el recuerdo, de esas que no puedes olvidar, que te cala hondo, que hueles en el aire, que sientes en todos y cada uno de tus pasos; y la amas, la amas más que nunca y ella se siente pletórica, llena de vida, en ese momento le pides que no se vaya, que se quede por siempre contigo y a ella le brilla la mirada porque tú la haces iluminar, sabes que solo seréis amantes, tú nunca serás la única, la tendrás que compartir con muchos otros, da igual, no te importa, incluso te hace feliz. Sabes que ella es así: libre, llena de vida, de letras, de pensamientos, de mundos, de todo… y que sólo tú no podrías hacerla feliz; es más, incluso tratas de que otros ojos la amen, que entiendan lo que sientes, que comprendan todo lo que significa para ti, sólo probándola podrían acercarse a sentir lo que tú. Y entonces piensas, piensas en cuando te enamoraste de ella. Sonríes. Lo recuerdas perfectamente.

¿Lo recordáis, verdad?  

Yo sí. Siempre me había gustado leer, leía lo que me daban. Normalmente las “lecturas obligatorias” del curso, y me gustaban, no me desagradaban, era un pasatiempo. La lectura todavía no se había presentado en todo su esplendor, todavía no me había enamorado de ella ni me había convertido en amante, pero ya mAmantes de la Lecturae acechaba, paciente y sonriente, adelantándose a lo que estaba por venir. Y entonces empezó todo, llegó a mis manos por casualidad El circulo de fuego de Marianne Curley, por aquél entonces yo tenía doce noviembres a mis espaldas y me fascinó, me gustó tanto que lo leí una y otra vez durante varias semanas y ella se dejaba amar, me dejaba hacer, ya habría tiempo para enseñarme otros mundos. Pronto busqué otras historias y ella, caprichosa, me presentó a La Ciudad de las Bestias de Isabel Allende, otro gran logro, otra gran historia, un paso más y ya sería suya. Para siempre. Sin peros ni excusas. Se podía empezar a oler ya su aroma en mí, su imaginación, su entusiasmo y sus letras que dejan huella. Los que no la han amado nunca, lo pueden percibir pero no saben bien qué es. La lectura es así, la amas y deseas que otros la amen, es un amor puro, un amor libre, un amor que no tiene orgullo ni celos, un amor de esos que deseas gritar a los cuatro vientos, que tiene que ser contado para hacerse más real. Solo faltaba un poco más, un último empujón y entonces, como por arte de magia, llegó a mí Campos de Fresas de Jordi Sierra i Fabra. Y ya estaba hecho, ya era irremediablemente suya.

Desde entonces me ha enseñado mil lugares, pensamientos, personas y personajes, historias, ideologías... También me ha hecho cambiar, madurar, evolucionar. Ella sería la misma sin mí, pero yo no sería quien soy si no se hubiera cruzado en mi camino, quizá sería mejor, quién sabe, o quizá no. Pero sin duda alguna sería distinta, sería otra, caminaría otros caminos, me sumergiría en otros lugares, olería distinto; pero lo que es seguro es que si no la hubiera conocido, no tendría el corazón repleto de las marcas que me han dejado sus historias, ni sentiría que guardo un secreto cuando paseo por las calles que han dado vida a uno de sus relatos; no sonreiría cómplice cuando me cruzase con alguien que la amase tanto como yo y sobretodo: me sentiría muy sola, porque ella me ha acompañado diez años de mi vida y ha hecho que una noche solitaria se convierta en un día lleno de posibilidades, de mundos que visitar y personas a las que conocer.

Pretendía hablaros de cómo empezó todo, de los libros que me cautivaron e hicieron que hoy ame como amo y escriba donde escribo, pero he pensado que quizá las historias en sí no son tan importantes y que ella se merecía solamente un gracias por mi parte.

Así que sí, gracias: una y otra vez.

Y a vosotros… ¿qué historia os contó para encandilaros?

Amantes de la Lectura


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