Revista Talentos
"¡Ay, mis ojos! ¡¡Ay, mis ojos!!", me dicen que no deja de lamentarse Amelia todas las noches mientras, sucia y descarnada, recorre las calles de la ciudad. Yo sé que eso no son más que habladurías, porque no la he vuelto a ver desde que la enterré en el jardín.