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Amelie, la chica solidaria

Publicado el 28 enero 2010 por Carmelo @carmelogt
Todos imaginamos que cuando encontremos el amor viviremos en un cuento de hadas. Sin embargo, Amelie volverá a la realidad, a descubrir que el cerebro está lleno de miles de conexiones, precisamente cuando consume el amor al lado de Nino, ese chico que colecciona fotos y las recompone, queriendo descubrir al extraño que aparece tantas veces en la máquina de fotos y que no es sino un empleado que arregla los desperfectos.
Todos nos aferramos a la realidad y soñamos que con el amor cambiará esa realidad y viviremos en un mundo imaginativo, en cambio Amelie se inventa un mundo imaginativo cuando no tiene el amor y se aferrará a la realidad cuando descubra ese amor.
Amelie ha tenido una infancia con falta de cariño. Su padre y su madre creen que tiene una enfermedad del corazón, no va a la escuela por ello, pero las demostraciones de amor de su familia se limitan a un examen médico periódico de su padre. Así las cosas, se deshacen de su pez con tendencias suicidas y le regalan a cambio una cámara fotográfica que su vecino intentará hacerle creer que provoca accidentes. Amelie se vengará del vecino fastidiándole la tele cuando está viendo el fútbol.
Sí, esta película es así, con situaciones disparatadas, con personajes raros y extraños, que, a pesar de serlo, buscan solamente lo que todos buscamos, la felicidad, y el amor.
Amelie decide dedicarse a buscar la felicidad de los demás cuando descubre, el día de la muerte de Lady Di, una pequeña cajita que guarda los recuerdos de infancia de un niño. Se dedicará a buscarle diciéndose a sí misma que si esa persona se conmueve al recuperar su caja de recuerdos, se dedicará a hacer el bien, a ser una especie de heroína salvadora de la humanidad. Y ese hombre se conmueve, llora de alegría al recuperarla y se toma un coñac al lado de nuestra protagonista contándole que tiene una hija y un nieto. A partir de ese momento, Amelie intentará complacer los deseos ocultos de quienes la rodean.
Por eso ayudará a la dueña del estanco a tener una relación con el celoso ex novio de su compañera de trabajo (camarera del bar como Amelie), al hijo del tendero a sustituir a su padre que se queja y le maltrata por su lentitud en el trabajo, a un pintor vecino que tiene los huesos enfermos a ver vídeos curiosos (un caballo corriendo entre el pelotón del Tour, un viejo con pata de palo bailando), a su propio padre a viajar al simular que su gnomo de jardín está recorriendo el mundo, etc.
Pero cuando Amelie conoce al joven raro que colecciona fotos de un fotomaton, que antes ha coleccionado otras fotos de pisadas en el cemento, que trabaja en un sex shop y en el parque de atracciones en La casa del terror, empezará a cambiar su vida. Porque ella no se atreve a dar el paso de conocerle y se inventará mil juegos antes de hacerlo debido a su timidez. Una vez más Amelie evade la responsabilidad de ser realista y de ir en busca de la persona de la que está enamorada. Todo ello hasta que el pintor vecino de huesos enfermos le manda a ella un vídeo animándola a que se decida de una vez a encontrase con el chico
Este sería un resumen del argumento de esta película, pero esta película hay que verla, porque su riqueza reside en las imágenes ante todo, en su puesta en escena tipo video-clip. Se trata de un regalo visual y para los sentidos. La pregunta que me hago es: ¿será tan sorprendente, original y llamativa en un posterior visionado?

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