Quizás confié en la
gente equivocada, quizás debí fijarme mejor con quien me relacionaba,
con quien compartía mi tiempo, mi sagrado tiempo. Todos esos "amigos" que duraron sólo un verano, esos que me usaron, que me dejaron en los
momentos más difíciles de mi vida, los que me fueron
indiferentes, los que me quisieron hacer la vida imposible, los que me
envidiaron en vez de felicitarme, los que colocaron
piedras para que me caiga en el camino, los que sumaron un granito de
arena diciendo que no iba a poder, que era una tonta, que no entendía
nada de la vida, que soñaba demasiado, que pedía mucho, que no
alcanzaría, que en este mundo se necesitaba más que eso,
más que ganas,
voluntad y esfuerzo. Aquí me tienen, parada con la cabeza bien en alto,
me río, sí, me río. Nadie me aplasta,
nadie me puede, nadie me retiene, nadie me detendrá. Si algo malo me
sucede será porque lo he provocado, porque soy obra de mis causas, soy
lo que resultan de ellas. Y si me caigo me levantaré, porque eso es lo
que hacen las que no se rinden y yo no me rindo. Puedes
ir
soñando que un día no podré, que un día no alcanzará. Sueña, porque eso,
no pasará.
Debemos buscar los amigos como se buscan los buenos libros.