Revista Diario

Amo mi naturaleza cíclica femenina y todas sus fases

Publicado el 24 noviembre 2011 por Covadongamora
Estoy iniciando mi particular invierno mensual y la fase de la bruja. Una semana aproximadamente de mi ciclo menstrual que destaca por un retraimiento de las necesidades sociales, una búsqueda de espacio propio en soledad, una invitación a un mayor reposo corporal para conectar con la esencia femenina, un cuidado especial del cuerpo en el que el color rojo, el color de la sangre, el color de la vida se hace totalmente presente. 
  
Pero ¿qué es eso del invierno en el ciclo menstrual...? Pues combinando la luna y las estaciones con las energías del ciclo menstrual tenemos 4 arquetipos femeninos presentes en las leyendas, mitología y cuentos populares: la doncella (luna creciente, primavera, preovulación, dinamismo), la madre (luna llena, verano, ovulación, amor), la hechicera (luna menguante, otoño, premenstruación, creatividad) y la bruja (luna nueva, invierno, menstruación, sabiduría). Miranda Gray y otras autoras detallan en sus libros el significado de estos arquetipos. Os invito encarecidamente a leerlas.
E inicio este invierno de mi ciclo como en anteriores meses, con el inicio también de la luna nueva. Ligados los dos ciclos: el mío y el de la luna. Ese satélite del mundo en el que vivimos tan unido a la naturaleza, a las aguas, a las energías, a las estaciones, a las fiestas tradicionales. Poco a poco estoy descubriendo y maravillándome de la profunda conexión que tenemos las mujeres con los ciclos de la madre naturaleza, asombrándome de cómo la sociedad patriarcal ha dinamitado esa sabiduría tan poderosa (quizás por el temor tan grande que le tienen), enojándome porque todo lo relacionado con la sexualidad (y especialmente con la femenina) se ha desvirtuado menospreciando lo más profundo de nuestro ser.
Es cierto que desde muchos ámbitos se ha intentado "demonizar" los cambios aparejados al ciclo menstrual y en particular a la menstruación: que si es un fastidio, que si me duele mucho, que si no puedo practicar ciertas actividades, que si me inquieta porque no sé cuándo me va a venir, que si no me quiero poner cierta ropa, que si me mancho... Y desde esa visión negativa, se han inventado muchas formas para intentar hacer como que no sucede (ni a la mujer ni a la sociedad): tampones que impiden que la sangre salga al exterior, compresas que absorben el flujo y cambian su olor y color, pastillas anticonceptivas que aseguran menstruaciones cortas, píldoras que inhiben la menstruación dejándola en 1o 2 al año...
Y en este momento, me siento más que afortunada por no ser lineal sino cíclica, por no tener un principio ni un final sino encadenar mis fases, por sentirme más proclive a determinadas actividades en un momento del mes, por tener más ganas de acción hacia el exterior en unas semanas y más de recogimiento interior en otras, por disfrutar vistiéndome más arriesgada unos días y buscar otras prendas más discretas en otros. Porque cuando lo descubres, no niegas tus cambios ni echas culpas al exterior, sino que los aceptas, y cada ciclo es una oportunidad nueva de autoconocimiento y aprendizaje.
Pero, ¿por qué lo hacemos?, ¿por qué intentamos anular la vida que se nos presenta cada mes a través de nuestra menstruación?, ¿por qué no queremos tener contacto con esa sangre que es capaz de ser el inicio de un nuevo ser?, ¿por qué queremos ser lineales (como los hombres) y no disfrutamos de nuestro ser cíclico?, ¿por qué no reconocemos que la menstruación, al igual que la ovulación y el resto de fases forman parte de nuestra sexualidad al igual que el parto, la lactancia o nuestras relaciones sexuales?...
Pues hay respuestas muy variadas. Yo puedo decir que no siempre he pensado como ahora y que me estoy maravillando de todo esto que estoy descubriendo y de cómo ha sido el nacimiento de mis hijos el que me ha llevado a buscar esa naturaleza cíclica femenina que poseo. En su momento utilicé compresas comerciales, tampones, píldora para regular el ciclo y pastillas para controlar "el malestar" que la semana de la menstruación me generaba.
Hace ya un tiempo que todo eso cambió y que poco a poco se han ido produciendo cambios: el descubrimiento de la copa menstrual que me permite ver realmente cómo es la menstruación con su forma de copa y del útero que ha albergado ya vida, con las compresas de tela lavables que implican "un trabajo" dedicado a mi fase hivernal, con el descubrimiento de formas naturales para acompañar a los cambios corporales de esta semana, con la práctica de ciertos métodos que relajan mi útero haciéndome disfrutar de estos días, con el reconocer y vivir esta fase de una forma diferente porque así mi cuerpo me lo pide.
Y quien quiera decir que eso es volver atrás, que para eso están los avances y demás, que eso lo hacían nuestras abuelas... que lo diga. Yo, personalmente, creo que la naturaleza que poseemos no se puede equivocar en tantas cosas como nos pretenden hacer creer, que no es sencillo escucharla ni escucharnos, pues el ritmo de la sociedad no tiene nada que ver con nuestro ritmo cíclico. Pero al menos si lo reconocemos, podremos desenvolvernos y conocer qué es lo que podemos esperar de cada una de nuestras fases del ciclo.
Siento la dicha de poder experimentarlo, de poder amarlo, de poder vivirlo. Y aunque mis niños son chicos y no podré acompañar a una niña en su crecimiento de niña a mujer con todo lo que implica, sé que a ellos sí les podré, o al menos lo intentaré, mostrar otra realidad a la que muestran los anuncios y las historias de la calle: que la menstruación es fuente de sabiduría y de crecimiento femenino. Cuando estamos en el baño y me preguntan: "Mamá tienes sangre, ¿te duele?" Les digo: "no". Porque así lo es. No me duele, hay unos cambios en mi cuerpo a los que intento acompañar, pero no dolor. Espero que ellos puedan tener una visión diferente.
Chic@s es maravilloso disfrutar de la menstruación, del resto de fases del ciclo femenino, de la amplia y placentera sexualidad femenina, de la sexualidad masculina, de intentar vivir y de intentar sentir. Os deseo un feliz día con mucha luz.

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