Un ligero malentendido me provoca una tierna imagen para La segunda novela: mi protagonista sabe que ya no están bien en su pareja, que ella está inquieta, que necesita que él crezca, que avancen juntos como pareja, pero no se siente capaz. Y no quiere perderla. La quiere.
Así que por la noche, cuando duerme, le lee en voz media pasajes de una novela poética, con la esperanza de insuflarle de esta forma amor incondicional.