… escuchar a la pareja, demostrándole que lo estás haciendo.
… proponer nuevos planes para realizar juntos, como si se tuviera todo el tiempo.
… no perder nunca del todo esa mirada de cordero degollado que se nos instaló al enamorarnos.
… dar la cara por el otro cuando éste pasa momentos difíciles.
… otorgar crédito a sus palabras, por extrañas que nos resulten.
… no cuestionarla y, aun menos, delante de terceros.
… regalar lo que a la pareja le hace feliz, olvidando para siempre su precio.
… dialogar con el otro como si fuera nuestro mejor amigo.
… ofrecerle nuestro tiempo con prioridad, siempre que sea posible.
… no darlo todo por dicho y hecho.
… alimentar la ilusión, no la desgana.
… mirar al otro con orgullo.
… hablar de la pareja a terceros con respeto, sin motes típicos.
… anteponerla (con tus hijos) a tu familia de origen. Desde aquel día, ellos son tu hogar.
… no intentar sacar partido de los enfados. Procurar acortarlos siempre.
… amar al otro cuando menos lo merezca. Será cuando más te necesite.
… recordar la importancia del sexo en la pareja y no pretender ser el perro del hortelano.
… memorizar las fechas importantes para ambos.
… celebrar y renovar con el otro.
… perdonar los pequeños errores, sin guardarlos para un después.
… olvidar y borrar de la memoria aquel desliz. Sin venganzas infantiles.
… compartirlo casi todo, respetando el espacio privado de cada cual.
… alegrarse con sus éxitos y llorar con sus fracasos, intentando minimizarlos.
… reír juntos…
… cuidarse mutuamente…
… y llegado el ocaso, continuar paseando juntos cogidos de la mano, simplemente porque es lo que os hace felices.