Revista Literatura
Amor platónico
Publicado el 08 junio 2015 por RoggerYo no conozco tu cuerpo.
Es decir, poco:
el lunar que pinta redondo tu hombro,
además de lo evidente.
Yo no conozco tu cuerpo más allá de tu sonrisa,
con tus dientes aparcados sobre tu labio tierno,
rojo y exacto.
Clandestinamente te miro y vuelvo a mirarte.
No me culpes por eso.
Clandestinamente soporto tus provocaciones
y soterradas declaraciones de amor.
Estamos prohibidos.
Lo sabes y lo sé.
No hay manera de cambiar eso.
Estamos confabulados.
Para no dejar rastros,
para no provocar sospechas.
Para gustarnos subrepticiamente,
para convidarnos en silencio.
Estamos condenados.
A vernos una vez cada año,
como hoy.
Con sendas copas de vino, como hoy.
Lejos del bullicio y la sospecha.
¿No es hermoso?
Sé que me sueñas,
sé que te tengo.
Que, sin embargo,
no imaginas tu vida conmigo.
Que no espero lo contrario.
Sé que exprimes los segundos
para decirme sutilezas.
Para dejar señuelos.
Para resumir en una línea
lo acumulado en días, semanas y meses.
Te miro.
Me muerdo las ganas de tus labios pintados,
de tu lengua caliente.
Me hipnotizan tus ojos malvados,
me recorre tu dedo elegante.
Te miro
glamorosa y solemne,
mientras ansiosa te atascas
entre preguntas y coartadas.
Te miro:
eres una fruta brillante y roja.
Inocente y perniciosa a la vez.
Te miro. Delgada y grácil.
Desafiante, anhelante, orgullosa.
Te miro cuando dudas y te ruborizas,
cuando tu lengua tropieza,
tus ojos se rinden,
te frotas las manos,
rebuscas las palabras,
y cuentas las sílabas.
Presiento lo que viene.
Una frase única y definitiva.
La frase que marque tu territorio
hasta el próximo abril moribundo.
Yo, con toda mi experiencia, pierdo piso.
Pero, con toda mi experiencia, también resisto.
Sé, intuyo, sospecho, lo que dirás.
Ya tienes las palabras.
Bebes un cárdeno sorbo de valor
y me dices, directa y entregada,
tu amor incomprensible,
estrujado hasta el limite del decoro.
Se hace un silencio precioso.
Sabes, intuyes, sospechas, que yo entiendo.
Brindamos con otro tinto deleite.
Y nos miramos,
con las copas en las manos,
con las miradas esquivas,
las sonrisas torpes,
los corazones a mil.
¡Qué difícil es saber que esto nunca será!
¡Pero qué único y valioso es que exista!
Nunca como hoy para entender la pureza del amor.
Un amor sin edad, sin causa,
sin plazos, sin urgencia,
sin futuro, sin besos.
Un amor sin fidelidad, sin compromiso,
sin pertenencia,
sin promesas ni planes,
sin sexo, sin hijos, sin cama ni mesa,
sin nombre,
sin flores ni regalos,
sin fechas ni celebraciones,
sin amigos, sin citas.
Sin celos, sin discusiones.
Sin rupturas ni reconciliaciones.
Un amor único y carente.
Un amor que no entiende ni necesita.
Un amor pacífico.
Un amor empírico.
Un amor subjetivo.
Un amor tangencial;
incoherente, plácido.
Me miras por última vez, antes de irte.
Dejas la copa en mi mano.
Ya olvidaste tu pregunta sobre poesía italiana.
Ya olvidaste a Quasimodo y Pavese.
Ya olvidaste tu amor entregado.
Te rehaces.
Una medalla ilumina tu pecho,
Dos zarcillos acarician tu rostro.
Me envuelve tu mágica sonrisa
me asombra tu desfachatez.
Te marcharás.
Me regalas un ultimo tibio roce de tus dedos.
Ofreces excusas y musitas 'debo irme'.
Yo te cedo el paso.
No debo mirarte
y no te miro.
Tengo tu copa en mi mano.
con la huella de tu labial rojo.
Allí beso tu boca.
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