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Amores fallidos en Númenor (continuación)

Publicado el 17 julio 2011 por Nedda @neddai
Amores fallidos en Númenor (continuación)

          WINLILITH II


Hogar: el fuego encendido y un techo sobre la cabeza. Les gustaría negarme la comida por retrasarme, pero no se atreven aún. ¡Debería perder el apetito! ¡Pero no! ¡Todo me sabe bien! Debería soportar el frío con estoicismo y negarme a mirarlos siquiera. Y me encuentro junto al fuego, sonriendo. Mendigando una mirada de afecto, una expresión de amistad. ¿Es que no me canso de humillarme? Les he ofrecido mi corazón abiertamente, para ser observada con sorna, con altiva indulgencia en el mejor de los casos. La atmósfera cargada de malos presagios que hay en la ciudad se condensa en esta casa donde la humedad de las paredes traspasa la carne para adherirse a los huesos y a cuatro pasos del fuego ya no llega el calor. Si una sonrisa asoma a los labios de algún sirviente, si una canción o siquiera un chisme contado a media voz anima el espíritu de alguien, choca al cabo con una mirada admonitoria que la obliga refrenarse. A retomar ese andar rígido y medio ausente, a contraer la boca en un rictus que aprese las palabras. ¡Me ahogo! ¿Cómo pueden respirar? ¿De donde sacan las fuerzas para levantarse en la mañana? ¿Qué los animan? ¿Para qué quieren la inmortalidad? No logro comprenderlos. Trato de imaginar que alegría obtienen de la vida, cuál es el futuro por el que luchan, el destino que imaginan labrarse ¡y no los comprendo! A veces, presiento que estoy por entender algo y entonces, el vértigo me impide respirar. El vacío en la boca del estómago absorbe todo el aire que inspiro y por un momento creo morir, antes de que ese terror sin nombre se apodere de mí.      ¿Sabes? Tú me salvas. Estás ahí, siempre conmigo. Y sé que me amas sin saberlo. Que no cruza por tu cabecita la palabra ¨amor¨ ni te hace falta. Solo sientes y me sientes y nos sentimos y soy feliz cuando te pienso. Y eres feliz porque te adoro. Porque no hay nada mejor que imaginarte en mi vientre al abrigo del frío, al abrigo del dolor. Durmiendo tranquilamente mientras sueñas que eres feliz, porque no conoces otro sentimiento. (Gaeren - Marina Feltrin)

 

 

 

 

 

 

 

 


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