Seguimos sumando experiencias y diversidad al día a día de los pequeños padawanes. Esta semana, Luke y Leia han tenido su estreno, o algo parecido, en un centro educativo. Sólo han sido un par de horitas, pero tras 21 meses estando siempre con nosotros, es un paso importante. Os recuerdo que mis enanos no van a la guardería, ya que yo me ocupo de ellos por las mañanas y la mamá se queda por las tardes. Los caminos de la conciliación familiar son inescrutables...
Con el inicio del curso y la vuelta al cole, en twitter y en blogs de maternidad, leo a muchas mamás (y algún papá) relatar la experiencia, dar consejos, lamentar... Ya sea en positivo o en negativo, es el tema del momento. En nuestro caso, la única actividad educativa fuera del hogar que tienen los peques son las clases de inglés para bebés. Una hora, un día a la semana, a la que asisten con nosotros, casi siempre con la madre. O sea, que nunca están solos, nunca los hemos tenido en una guardería, ni hemos pasado por la sensación de 'dejarlos' en manos de extraños, por muy expertas que sean.
Y esta semana hemos decidido ampliar sus horizontes, que vean que hay un mundo mas allá de papá y mamá. Gracias a nuestra amiga Gema (las fotos son suyas) y a un proyecto genial, educArte, un centro de educación creativa y expresiva, en contacto con la naturaleza, con animales, y con actividades creativas y estimulantes. Todo fue muy fácil. A los cinco minutos ya estaban jugando, curioseando y pintando. –"Decidle 'adiós' a papa" –"Adiósss"... Ya os contaré más acerca del centro y el proyecto en otro post, y cómo va la experiencia según pasen más tiempo allí.
El centro nos pilla un poco lejos, y no es una guardería donde tener a los peques recogidos, sino un lugar donde vivan cosas distintas a las que yo, con mis normales limitaciones, puedo ofrecerles y enseñarles en casa. Son sólo unas horas, un par de días a la semana. Ni siquiera me deja tiempo libre a mí, lo justo para tomar un café tranquilo y leer el diario antes de ir a recogerlos más tarde. Pero a Luke y Leia les vendrá muy bien, y experimentarán y aprenderán cosas nuevas, incluso sobre ellos mismos.
Ese primer día, mientras tomaba ese café tranquilamente, tuve tiempo de pensar en todo lo que había leído sobre lo duro que es dejarlos llorando en la puerta de la guardería o del colegio, los primeros días de clases, y lo mal que lo pasan muchas madres (y padres), cómo se les encoge el alma. Para mí, egoístamente, también fue duro dejarlos allí. Pero porque por primera vez me lo estaba perdiendo.
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