Hablar de las novelas de Jordi Díez significa un compromiso para mí. No porque sus novelas no sean buenas y me sienta obligada a dar una opinión favorable, es porque él es un excelente lector y crítico —las muestras están en las incontables reseñas que tiene en su blog Mis Últimas Lecturas— de manera que ya solo hablar de uno de sus libros es para mí todo un honor, pues en cuanto a opiniones él deja el listón muy alto.Hoy hablaré de su más reciente publicación: ANACAONA. Supe en cuanto la leí que no sería una novela al estilo El péndulo de Dios sino más bien en la línea de su primera novela La virgen del Sol, un libro que me cautivó porque es diferente de los libros que se han escrito ambientados en la época del imperio incaico. Sin embargo Anacaona es diferente. En esta novela Jordi Díez tal vez por estar inmerso en el lugar de los acontecimientos se muestra particularmente emotivo. Se puede sentir en sus páginas: una historia relatada a través de los apuntes de un monje que formó parte del descubrimiento de la actual Ahití y República dominicana, y que de manera fidedigna da a conocer los infaustos días y, por qué no, los también gloriosos momentos de las gentes que habitaban esa isla, la más grande del mar caribe ahora divida en dos. Fue el primer lugar adonde llegó Cristóbal Colón y la primera capital de España en el Nuevo Mundo: Santo Domingo.Aunque la reina Anacaona forma parte importante de la novela, hay un personaje que según mi opinión es absolutamente relevante: Caonabó. Un cacique indio (como Colón llamaba a los habitantes de las tierras descubiertas) valiente, guerrero, viril, imbatible, un líder de su pueblo y de las tantas tribus que vivían en la Ahíti de la época, que se atrevió a enfrentarse a los españoles. Quedé enamorada de Caonabó. Pero Anacaona, la novela, no se trata únicamente de conquistadores y vencidos, aunque hay partes que parten el alma, debido a la exquisitez narrativa del autor que por momentos hacen tan vívidas las escenas como si uno estuviera allí, frente a ellos, como testigo de primera mano sufriendo, gozando y riendo con ellos; se trata, como decía, de conocer, de comprender a los seres humanos en una época en la que tanto la conquista como la lucha por no ser conquistados formaba parte de la cotidianidad de las vidas de los seres que poblaban la Tierra. El mundo está formado basado en conquistas, desde los romanos pasando por los musulmanes, los vikingos, españoles y también entre las civilizaciones americanas precolombinas, así que no voy a caer en prejuicios “anti-tal” un prefijo que se usa en exceso cuando se trata de reivindicar pueblos caídos bajos yugos extranjeros. Se trataba de la sobrevivencia del conquistador o del pueblo conquistado, de sus maneras de pensar y ver la vida, de sus acciones valientes y de sus bajezas, de uno y otro bando, porque en todos lados se cuecen habas.Creo que esta novela es una de las mejores que he leído de Jordi Díez, se nota en ella madurez en sus letras, en el detalle, en los sentimientos y también en el uso del lenguaje. La portada merece un renglón aparte. Sobria, con fondo oscuro, sin imágenes de paisajes que puedan desvirtuar el rostro de la mujer que parece decirnos: "esta es mi historia".
Felicitaciones al autor, espero seguir gozando de sus obras.