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ÁNGEL DE LA GUARDA (Primera parte)

Publicado el 15 enero 2012 por Miren @Miren1102

ÁNGEL DE LA GUARDA (Primera parte)

- ¡Sí! -gritó el niño con los ojos llenos de ilusión y como si el pequeño incidente se le hubiese borrado de la mente salió corriendo y comenzó a patear de nuevo la vieja lata.

ÁNGEL DE LA GUARDA (Primera parte)

La mujer abrazó a su marido, su hermoso rostro se había iluminado. Al poco rato el hombre tomó a su hija pequeña de brazos de su esposa y la familia emprendió el regreso a su casa. Elvira agarrada del brazo de su esposo y con el pequeño de la mano, mientras el inquieto Luis revoloteaba en torno a sus padres saltando feliz.

- Papá, ahora, ¿podrás comprarme un balón? ¡Venga papá, di que sí, di que sí! ¿Me regalarás una pelota de fútbol para mi cumpleaños? Yo de mayor voy a ser como Ricardo Zamora "El Divino", ¡verás, verás! Me haré famoso... y ganaré dinero... y a mamá le compraré vestidos y a ti esa pipa que tanto te gusta y que siempre te paras a mirar en ese escaparate.

- ¿Recuerdas que el verano pasado volví a visitar, junto a mis hermanos, la ciudad que nos vio crecer? Tú no pudiste acompañarnos porque aquel día trabajabas. No había vuelto a ir allí, sabes que al estallar la guerra nos fuimos a Alicante huyendo del asedio y los continuos bombardeos, y luego cuando finalizó nos instalamos en Madrid, no habíamos vuelto a saber nada de nuestros amigos y vecinos, ni de las monjas que nos criaron; ya que mi madre nos sacó del colegio un año antes de estallar la contienda. Me gustó volver a recorrer sus calles, y no podía dejar pasar por alto una visita a aquellos muros donde pasé mi infancia. Me alegré de ver a aquellas mujeres que nos habían cuidado durante años, pero a ella no la vi. Cuando las pregunté por ella, las monjas me contaron que al inicio de la contienda desalojaron el colegio y lo transformaron en hospital de sangre; Sor Elvira se había enamorado de uno de los solados heridos, colgó los hábitos y se fue con él. No volvieron a saber nada de ella, aunque suponían que debido a su gran error tendría su castigo, nada escapa a la justicia divina. Me hace enormemente feliz saber que las monjas se equivocaron, que no está purgando su tremendo pecado, que está feliz y ha cumplido su mayor deseo.

ÁNGEL DE LA GUARDA (Primera parte)

- Y esa mujer, ¿la madre de esos niños, es Sor Elvira?

- Sí, es ella, al principio no estaba segura, su cara, su voz me resultaban familiares; pero cuando he escuchado su nombre y sobre todo cuando he visto su rostro inundado de felicidad cuando su marido le ha dado las buenas noticias no he tenido ninguna duda. Es ella, nuestro ángel de la guarda, la persona a quién varios niños debemos la vida.


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