Aquel 24 de Julio, retransmitido en directo, pudimos ver como gente anónima se encontraba con los gritos del dolor y la muerte en la puerta de su casa. Ellos, a los que ahora expreso mi admiración, fueron las otras víctimas de la avaricia de los gestores políticos y los héroes que en un revuelto de crisis y corrupción nos enseñaron, que la gente de a pie goza de más humanidad y solidaridad que la escasa esperanza que queda en los que mandan.
En los primeros instantes de la retransmisión se contaban las vidas perdidas, 5, 12, 20, recuerdo que me fui a dormir con 65 y sin poder pegar ojo, me salió este primer asalto de dolor:
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A los tres o cuatro días, con la noticia martilleando aún en todos los medios, los muertos enterrados y el maquinista señalado por todos.
No se me va de la mente y salen estas rimas:
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R.C.
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