De vez en cuando le asfixia el aire, no puede reprimir una angustia vital que desde hace tiempo se acurruca en los pliegues de su alma. No, no es que se sienta triste, o sola, es simplemente un ligero malestar, como si se le escaparan los días de la manos, como si las nubes, y el sol, y la vida diaria, le acobardase.
Mientras tanto, se deja llevar por el susurro del viento como tratando de rescatar la belleza que se esconde en cada instante.