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Animador musical no solicitado: el cabrón del acordeón

Publicado el 16 diciembre 2009 por Bloggermam
Animador musical no solicitado: el cabrón del acordeón
-Permítame caballero...quédese quietecito...así muy bien -¡zas! - Ahí tiene su patada en los huevos. Son sólo cinco euros.
-Pero pedazo cabrón, ¿qué hace?
-Darle una patada en los huevos...son sólo cinco euros.
-¿Está loco? ¿Cómo voy a querer que me den una patada en los huevos?
-Hombre, es que de alguna forma me tengo que ganar la vida. Y son sólo cinco euros. No me dirá que no es baratito. Yo le doy una patada en los huevos, y usted no tiene ni que preocuparse en encargarla ni nada. Así si algún día le apetece una, ya se la he dado yo. No se olvide de mis cinco euros.

Este surrealista diálogo es lo que me viene a la mente cada vez que me encuentro con alguien que quiere que escuche como perpetra alguna canción espantosa con un acordeón, un violín eléctrico, un organillo o con el sobaco, que para todo hay imaginación.
Que diferencia con los expertos músicos callejeros que te ofrecen su música en un rincón en el que se detienen defendiéndose de las inclemencias del tiempo con su arte callejero. Esos no piden, si no que regalan su arte; y de ésta forma la gente les da dinero por alegrarles un paseo que puede que hayan modificado para pasar por ese lugar de la ciudad, en el que en lugar de ruidos se escucha música brillantemente interpretada.
Sin embargo a los vándalos del ruido, les da igual si a ti te apetece escuchar música, o si en tus auriculares estás escuchando algún tema especial. No, eso no les importa, tienes que escuchar su intempestivo pupurrí de música de ascensor por narices.
Y me da igual que esto suceda en el metro,  que el mero hecho de estar bajo tierra y con cara de zombis no quiere decir que queramos que nos mortifiquen más. De hecho es una suerte que las puertas no se puedan abrir en marcha y que no haya ventanillas por las que arrojar al intérprete.
No es descabellado imaginar que en medio de una romántica cena al borde del mar; en ese momento en el que te estás planteando pedir matrimonio a la luz de las velas a la mujer de tu vida, aparezcan tres señores envueltos en un aroma mitad producto de la ebriedad y mitad de la falta de higiene con un violín eléctrico, unas maracas y una pandereta, que lo mismo daría que fuera con una cuchara, una estaca y una botella de anís, porque para dar por el culo hay variedad de instrumentos útiles. Y te cortan el buen rollo por completo. Al final te puedes quedar a poca distancia de pedirle a esa maravillosa mujer el divorcio, en lugar del matrimonio.
-Perdón, ¿el maître?
-Sí señor, qué desea.
-Verá es que yo no he pedido que me canten clavelitos con voz destemplada.
-Ya, pero es que no quiero echarles, porque usted termina sus vacaciones mañana y estos tres macarras van a quedarse por aquí mientras se pueda dormir en la playa.
-Compendo...por cierto, ¿la sopa me la va a traer con un mojón de vaca en el medio, que tampoco he pedido?. Lo digo porque ahora le creo capaz de servirla así para hacerle la pelota al dueño de Leche Pascual. Que es al que le va a tener que pasar mi cuenta.

Hay mucha gente que se dedica a intentar ganarse la vida jodiendo la de los demás, y en este caso me da igual que no tuvieran más oportunidades o que simplemente sea debido a que es mucho más fácil extorsionar al que se esfuerza que esforzarse uno mismo.
Yo les recomiendo encarecidamente que se dediquen a otra cosa, como por ejemplo robar. Pero no ladrones de robo fácil a base de fuerza y armas. Eso lo podría hacer incluso yo mismo. Si no ladrones de guante blanco. Que se esmeren en aprender las técnicas necesarias para convertirse en excelentes ladrones. Aunque con la destreza que demuestran con los instrumentos musicales, lo más probable es que al primer robo terminen con sus huesos en la cárcel, lugar propicio para aprender nuevos ritmos musicales con las narices contra  los barrotes de la celda o con las pastillas de jabón en las duchas.
Como esta nueva orientación profesional la veo muy improbable, quizás lo que tenga que hacer cada vez que me encuentre con  el cabrón del acordeón un animador musical no solicitado, sería acercarme a él y obsequiarle con un terrible eructo en su cara, pero con todo el cariño y a modo de acorde...y sin cobrarle cinco euros. Lo de regalarle una patada en los huevos se lo dejo a alguno que haya jugado más al fútbol, es que lo mío es el basket.
keagustitomekedao
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