Tomelloso rebosa actividad en verano. El movimiento, el trabajo y la gente en la calle va en aumento en paralelo a la subida del mercurio en los termómetros. La actividad llega a ser frenética en julio y la primera mitad de agosto. Aquí todo se hace en verano. Días interminables de trabajo e intenso calor y noches bochornosas, cortas y ruidosas hacen que, por momentos, el periodo estival resulte agotador por estos lares. La prole estudiantil de vacaciones, vehementes tertulias de ociosos jubilados sentados al fresco hasta las tantas y ventanas abiertas de par en par, para hacer el calor más llevadero, contribuyen a que el estío, mediado agosto, comience a llevarse como una pesada carga.
La virgen de agosto marca la ruptura, el punto de inflexión. El ambiente cambia. Se empieza a ver personal foráneo en pantalón corto y chancletas paseando, con los pies arrastra y la mirada perdida, a cualquier hora del día o de la noche; son los primos de Ibi que han venido a pasar la feria. El calor tiende a dar algún respiro, las tormentas de verano hacen acto de presencia y los primeros turroneros instalan sus puestos en el recinto ferial; también serán los últimos en marcharse bien entrado septiembre.El ambiente se relaja. Huele a fiesta. Tenemos la feria encima.Llegada la feria, la actividad en horas de sol entra en una especie de letargo. Nada se mueve. Hay vida, pero muy elemental, muy básica. La noche pasa a ser la protagonista. El tomellosero ocupa las calles a la caída del sol y no las abandona hasta bien entrada la madrugada.
Piscina, vermut, pollos asados, botellines de tasca, coches de choque, tiro al pichón y tómbola, conciertos... Feria... Y llévate la chaqueta que de madrugada refresca.
La traca anuncia la llegada de septiembre; el reinicio se ha culminado. El turronero se mantiene impasible a la entrada del parque. Los primos de Ibi se marcharon. Los chiringuitos, el claxon de los coches de choque y el "¡lo estamos regalando, señora!" de la tómbola guardan silencio. Todo comienza de nuevo. Con el mercurio en retirada y las ventanas cerradas, todo se ve distinto.El olor a mosto termina inundando las calles. Un nuevo curso está a punto de comenzar. Y este año sí, este año lo conseguiremos.
¡Felices fiestas, feliz feria y próspero curso nuevo, tomelloseros!