Hace un año, Rufián no hubiera imaginado cuánto puede cambiar la vida en sólo doce meses. Yo tampoco. Pero la vida es así: días mejores y peores, diferentes lugares y personas… Y, quizá, la única manera de ser feliz consista en ser optimistas y tener la audacia necesaria para ser los dueños de nuestro propio destino. Porque después de los malo, antes o después, llega siempre lo bueno. Y, a veces, sólo hay que ser eso: audaces. Y también un poco pacientes. Rufián y yo sabemos de lo que hablamos.
Así que Rufián duerme plácidamente después de un 2009 un poco malo, porque en agostó todo empezó a cambiar e intuye que, ahora, en el 2010, viene lo realmente bueno: recorrer Europa con su nuevo amigo en un Ds3. Ahora sólo queda ser audaces y un poco pacientes.
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