Ansia

Publicado el 06 enero 2020 por Aidadelpozo

Cuando un humano muta a vampiro, embellece. Ada es una vampiresa con ojos como la miel y un pelo precioso. Brilla con la luna como si fuera de cristal. Me enamoré de ella en cuanto la vi bajo la tenue luz de aquel garito. Disimuló su condición porque, en cierto modo, pese a ella y a tanto como había vivido, jamás dejó de creer en el amor. Sin embargo, el hambre le podía. Los ojos de Ada rara vez no están inyectados en sangre. Como debe ser, en señal inequívoca de su ansia que ahora tanto me embriaga.
Cuando la conocí ya cargaba más de dos siglos sobre sus espaldas. La invité a una copa y el resto es historia. Veinte años de historia. Me sedujo con una sonrisa y, al cabo de un par de meses, me dio el mayor regalo mientras me miraba a los ojos, me abrió sus brazos y me invitó a beber de ella. Hacía semanas que Ada bebía de mí y no sé por qué motivo quiso concederme el don de vivir a su lado eternamente.
He escuchado muchas historias de vampiros y ninguna ha reflejado jamás nuestra naturaleza. Ada es la única vampiresa que conozco que aún conserva parte de su humanidad. Al concederme la eternidad no se llevó toda la mía. Por eso ahora su camino es el suyo. Y no puedo ofrecerle mayor prueba de amor que cazar a su lado. Aquí, ahora, juntos, bajo la tenue luz de una barra cualquiera de cualquier bar, acechando a la siguiente presa.