No conocía la realidad sino era mediante las mentiras que iba escuchando a lo largo del día, y convirtiéndola así en verdades falsas e inocentes. Huía del presente sin tener acceso al pasado, la cura del tiempo y exactitud de la verdad. Fuerte pero, vulnerable. Alegre pero, vacía. No conocía su vida por ella misma, ya que siempre recurría a las cuestiones planteadas desde la razón ajena. Sentía el dolor y alivio de mantener el contacto con quien le arroja la soga para asfixiarse en el acto, mientras se ve reflejada en la luz del móvil que la está grabando, como mito; u oda a la vida. Escribe por pasión, pena y añoranza (que tiende al deseo) de lo que no ha vivido. Escribe aquello que no ha vivido desde su propia piel, creyendo por cierto lo falso y lo falso lo real; siendo su pensamiento una paradoja de su experiencia personal. Escribe, habla, piensa, y calla; pero, siente la realidad como si ésta, partiese desde un mismo punto para cualquiera. Al fin y al cabo, sólo somos cuerdos al borde de la locura.
La realidad se contradice y, por eso, nos atrae.