Apestados

Publicado el 14 enero 2010 por Quique
Alaska, 14 de enero de 2009,
Si los pueblos de Alaska empiezan a copiar la iniciativa del ayuntamiento de Vic de no empadronar a los inmigrantes indocumentados, esto de hacer de educador social se va a poner muy difícil. Porque, vamos a ver, la medida está pensada para que estos inmigrantes se larguen a otros pueblos, pero ¿Y si no se van? ¿Cómo vamos a saber si estamos atendiendo a uno de ellos? ¿Cómo los distinguimos?
Yo apostaría por marcarlos en la ropa con una señal cualquiera: una cruz, una estrella, un logo. Algo discretito. O mejor aún, un chip electrónico en la piel, para que cuando pasen por el marco de la puerta del despacho se dispare un dispositivo en el ordenador que diga: ¡danger! ¡moro o negrata indeseable!
Juntos, el dispositivo y la etiqueta, serian remedios infalibles y baratos. Mucho más que los recursos que se malgastan en tratar a esos apestados como a personas. Aunque deberían combinarse con otras prácticas. Se podría enseñar a la ciudadanía a negarles el saludo, a ignorarlos si entran en los bares, a pasar por su lado sin inmutarse si los ven tirados sobre las aceras o deambulando por los bosques.
Quizás así tampoco se vayan pero, poco a poco, con constancia, a fuerza de no mirarlos, conseguiremos que desaparezcan de nuestra vista.
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