Ya son muchos años en esta profesión y cada vez que me enfrento a un personaje, las dificultades son por regla general las mismas.
Cuando un actor se da cuenta de sus limitaciones, la certeza de antiguos maestros, la convicción de nuestros directores de casting, y directores teatrales de que un actor ha de saberse hacedor de personajes característicos, hace que simplemente lo asumas, vendiendote como tal o busques formas, apoyandote en la conviccion de Stanislavski, de ampliar registros.La gran aventura de conseguir algo que te ayude en esta tarea me lleva irremediablemente a gastar lo que no tengo, transitando un camino nada claro donde contacto con todo tipo de técnicas, tendencias que me ayudan, innegablemente, pero que no me dan las herramientas que preciso para ser dueño del proceso como tal.Las tensiones corporales y emocionales son las que definen en gran medida la característica de un personaje, si somos incapaces de deshacernos de nuestra propia estructura, como primer paso, lo que construyamos tendrá en base la impronta de nuestro sello inconfundible, nuestra característica particular.
La técnica Alexandre ofrece al actor en este sentido los medios para que pueda detectar y relajar la tensión excesiva que mantiene de forma inconsciente en el cuerpo.
Ayuda a encontrar diferentes modos de moverse que sean más fáciles y eficaces, reduciendo de ese modo el desgaste de la estructura corporal y los órganos internos.
El camino hacia mi neutralidad corporal, lleva implícito el conocimiento de la estructura corporal y emocional, descubres el como , el porqué, y como deshacerte de ello , y siguiendo el camino a la inversa encuentras el cómo, y el porqué de construcciones opuestas a la tuya. El dominio sobre mi instrumento sicofísico me deja libertad entonces para asumir patrones diferenciados del tuyo completamente. También a tener en cuenta es que el punto de inicio de una construccion determinada, cuando partes de la técnica Alexandre, es la neutralidad, y no tu entresijo de hábitos sicofísicos de siempre, así, partiendo de ella el actor adquiere libertad de movimientos, tanto mentales como físicos y es capaz de usarse a sí mismo con total dominio del entorno y sus circunstancias.
Al adquirir el dominio del entorno y las circunstancias el actor encuentra el equilibrio necesario para dominar el miedo escénico, a parte consigue una técnica precisa que le ayuda a construir personalidades ajenas a la suya.
Ya no tendremos que recordar a uno de de los grandes maestros de la escena en su primera etapa como teórico y director, (Meyerhold), cuando decía que un actor estaba condenado a hacer una limitada gama de personajes convirtiendo así, al actor en un hacedor de personajes característicos.