Dulcinea lloraba mirando la radiante luna llena desde su ventana enrejada; su primer y único novio la había dejado por una bailarina de un conocido grupo de música tropical, con la que se casó el día anterior, siendo el evento más comentado en las últimas horas en el barrio. La maldita era más joven, flaca y coqueta según su vecina Ña Tora; quien santiguándose le había dicho: seguramente está *empayenado mi hija, no hay otra explicación! Ay de mí!!! -se lamentaba Dulcinea- siete años de noviazgo tirados al viento, no puede ser que Luis Miguel me haya dejado por esa bandida a MI que le fui fiel hasta con el pensamiento se decía, hasta que recordó algunos de los sueños eróticos con su entrenador de Crossfit; y sacudiendo la cabeza sentenció: pero siempre le fui fiel!
Desconsolada se paró y avanzó a rastras hacia su fría cama, dispuesta a agarrar su almohada para seguir llorando cuando de repente su habitación se iluminó y apareció sentada en su escritorio una exuberante mujer de cabellera larga y roja, agarraba una escoba con la mano izquierda, mientras con su mano derecha tomó su libro preferido "El Alquimista" de un tal Coelho. Basura! dijo haciendo volar su libro preferido que hablaba de amores predestinados y donde había aprendido la palabra Maktub que repetía cada vez que Luis Miguel aparecía en la vereda de su casa en la visita obligada de novios (martes, jueves y sábados). Dulcinea seguía con la boca abierta mientras la despampanante mujer miraba con expresión de aburrimiento la decoración de su dormitorio que se reducía a dos características: rosa y un exceso de peluches. La misteriosa mujer estaba vestida con jeans hiperajustados, camisilla blanca, zapatos negros de taco aguja y extraños tatuajes en el brazo, en su escote resaltaba una cadena de plata con una enorme estrella de cinco puntas; era voluptuosa y sensual por donde se la mirara.
Querida tardaste, pero no te preocupes: todo tiene solución! - dijo la mujer. Ven conmigo dijo señalando su extraña escoba, me llamo Diotima y seré tu guía. Antes de tener tiempo de pestañear estaba en el patio de su casa elevándose y volando velozmente en la escoba, se agarró como pudo de la enorme mujer para no perder el equilibrio, miraba espantada como se elevaba en las alturas y su casita era cada vez más pequeña y se alejaba como todo lo que había conocido hasta ese momento. Aterrizaron en la cumbre un hermoso cerro, iluminadas por la luz de la luna, tres mujeres sentadas en un banco se reían como locas, mientras alzaban sus copas de vino. Diotima dio un golpe seco con su escoba a una enorme roca, y recién entonces las mujeres se percataron de su presencia. Que pase, dijo con una sonrisa una anciana de cabellos plateados.
¿Dónde estoy? susurró Dulcinea aterrada. -En tu casa, dijo otra de las mujeres mirándola fijamente, siéntate aquí dijo la Anciana señalando un espacio en el claro del cerro y las demás mujeres hicieron lo mismo quedando todas en un círculo. Estamos en la cima del Cerro Akati y te hemos traído hasta aquí porque ya es tiempo de que recuerdes quién eres y de dónde vienes hija, es lo que nos encargó tu madre antes de su partida. Dulcinea miró la Brillante Luna en la Noche Oscura, se relajó y escuchó con atención su propia historia, la de su madre, que fue la partera más conocida de su pueblo y los secretos de su linaje de bruja. Era la primera vez que escuchaba la palabra bruja fuera del contexto cristiano que su familia paterna le había inculcado con tanto esmero. Toma -dijo la anciana- entregándole un cuaderno rojo en el que inmediatamente reconoció la pulcra letra de su madre; fue una noche de emociones y revelaciones.
Despertó acurrucada en el banco mirando el amanecer y escuchando una sinfonía de pájaros, por instantes creyó que todo fue un sueño pero al moverse sintió el cuaderno, una mochila una guía turística del famoso Cerro Akati, con un postick amarillo que decía: Hasta la próxima luna!, encontró también una mochila que contenía otros elementos que suponía la ayudarían a regresar a su casa, buscó con los ojos esperanzados la escoba voladora, pero ya no estaba disponible y fue en ese momento en que lamentó no haberse alistado con los Scouts, comenzó a llover y apuró el paso, regresó a su casa que era la misma de siempre, pero distinta, algo en ella había cambiado de forma definitiva.
Así fue como la aprendiz de bruja Dulcinea comenzó su entrenamiento en Las Artes; un año y un día después, sus hermanas la aceptaron en el hermético coven y desde entonces se cuenta que con el giro de las ruedas, se convirtió en una mujer sabia que supo preservar los secretos de las brujas en su corazón y conoció los misterios de la sanación, el amor, la vida y la muerte.
*empayenado: persona bajo los efectos del payé (embrujado).
by Eli Rodríguez