Bueno, temas aparte. Reunión. Entré. Había unos tres o cuatro tíos más. Conocía a dos. Hablamos un poco sobre el torneo de paddle que se avecina. De que ya venía el tiempo para salir con el velero. Vamos, conversaciones de lo más normales. Me presentaron a los otros dos. Un apretón de manos.
Cuando salí de la reunión, me fui a mi sitio, envié algún mail y la naturaleza me llamó… Me fui al servicio. Allí estaba una de las personas que me habían presentado un rato antes. De cara a la pared. Con su temilla entre las manos. Justo cuando yo entraba, él acababa. Yo me puse en la misma situación que él. De cara a la pared, con el tema entre las manos, descargando líquidos. A mi espalda, yo esperaba escuchar el grifo del agua…
Un horror invadió mi mente cuando lo único que escuché fue como se cerraba la puerta tras de mí. El tío cerdo no se había lavado después de mear…. “¡¡¡Pero si le acabo de dar la mano!!! Jodeeeeer…
A partir de ahí… Imagina… Es que me van a llamar paranoico, lo sé, pero ¿tú qué harías? Creo que no le voy a dar la mano a nadie más, sea hombre o sea mujer… Ya no digamos de compartir utensilios de comida, una cuchara, por ejemplo, para probar un postre que se está comiendo una amiga tuya… Joder, piensa… piensa… piensa…. Eso… Ahí quería llegar yo… ¿Te das cuenta? Si, la cañita en una bebida es el mismo caso…
¿¿¿Los ministros se lavarán las manos después de miccionar???
Que vaya bonito,
La vida son cuatro dias punto com