Revista Talentos

Apuntes democratillas

Publicado el 25 agosto 2014 por Perropuka

Apuntes democratillas 
Ya decía mi abuelita que la democracia era cualquier sistema o tipo de gobierno con el beneplácito de EEUU. De otra manera no se puede entender cómo en su misma capital --que por aquello de ser el centro político más importante de la humanidad tenga cierta propensión moral a sentirse la nueva Atenas--, auténticos dictadores como los de Gambia y Guinea Ecuatorial posean mansiones millonarias mientras mantienen a sus países sumidos en la miseria. Individuos repulsivos paseándose tranquilamente por un vecindario de ricos en la culta y libertaria ciudad del Potomac, a la vista y paciencia del gobierno norteamericano. Cuestión de amistades y/o negocios.
Tan moldeable e imperfecta es la democracia que nuestro amado líder, envuelto en su aureola de solvencia moral, se lamentaba de que “no podía entender cómo los corruptos y delincuentes confesos” pudiesen participar como candidatos en las próximas elecciones generales. ¿Se refería a su vicepresidente? Días después, con toda la bondad  de los patriarcas, hacía un llamado a evitar la guerra sucia durante la campaña electoral. La ponzoña mediática que su Ministerio de Comunicación emprende contra algún opositor es pura información inocente.
Para qué te quiero democracia si se va a avasallar hasta los mínimos derechos ciudadanos. Hoy por hoy, el partido de los pobres, de los obreros y de los humildes, ha empezado a abrir cientos de casas de campaña por todo el territorio nacional. Sirva como ejemplo de su sencillez espartana que hace unos días me tropecé con una de ellas en pleno centro de Cochabamba. ¡Por las barbas de Marx!, me dije, solamente con el aporte voluntario de las bases (mayormente cocaleros) se puede alquilar la primera planta de un edificio nuevo, contratar servicio de amplificación, comprar miles de banderas y demás logística de campaña, movilizar dos volquetas, vagonetas y jeeps varios (algunos con logotipos oficiales) todos bien estacionados en el sitio del evento. Y qué poder de persuasión tendrán como para llamar a la policía de tránsito para que les hiciera el favor de cerrar esa cuadra a los demás vehículos en horario pico de una jornada laborable. 
Tan regia y ejemplar es nuestra democracia que algunos todavía no podemos entender cómo el presidente y su pareja vicepresidencial no están obligados a renunciar a sus cargos o por lo menos pedir licencia mientras dure la campaña, mientras que los demás (alcaldes, gobernadores, diputados, etc.) deben presentar sus renuncias por escrito si quieren volver a postularse u optar por una nueva función. Para prevenir que recursos y bienes públicos sean mal utilizados dice la norma. Claro, claro, que el presidente sea proclamado en todas las inauguraciones que efectúa no había sido campaña política sino más bien “gestión de gobierno”, a pesar de las banderas partidarias que ondean en todo momento. En el colmo del chiste, alguna vez sale en la televisora estatal la etiqueta de “espacio solicitado” de algún acto proselitista del partido oficialista. Ellos mismos, los propietarios solicitando espacios solicitados. Recontra revolucionarios formalismos.
Tan sabia y madura es nuestra democracia que las lumbreras del Tribunal Supremo Electoral (bien supremo para que sus arbitrariedades no admitan discusión) prohibieron la difusión de propaganda o cualquier otro mensaje con la voz e imagen de los candidatos hasta un mes antes de las elecciones. El presidente Morales fue el primero en anunciar que acataría disciplinadamente la medida de tan independiente organismo. Si la memoria no nos falla hace nueve años que tenemos la imagen de Su Excelencia hasta en la sopa (gigantografías, estampillas, banderas, poleras, carteles, útiles escolares, computadoras) de manera oficial, amén de que en los últimos meses se le televisa hasta entregando una carretilla o haciendo calistenia para sus gestas futbolísticas. En resumen, no hay spot que no lleve su efigie cósmica y por poco no ha sido estampada en las monedas de curso legal. Al contrario, sus contrincantes tienen que ingeniárselas para hacerse conocer un poco más. 
Con tales condiciones: con la cancha inclinada y el árbitro comprado, además sabiendo de antemano el resultado (solo falta saber el número de goles), van a venir los solemnes veedores de la OEA y de otros organismos internacionales como invitados de lujo a la farsa electoral que se está montando a título de “elecciones libres y democráticas”. ¿Democracia? ¡Mis polainas!

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