Revista Literatura

Aquellas que aprendieron nuestros nombres…

Publicado el 13 marzo 2011 por Miguelmerino

Ésas, ¡no volverán! Nunca vuelven. No hay manera, una y otra vez vienen las golondrinas, más pronto que tarde, pero nunca regresan aquellas que nos conocieron. O lo que creo que aun es peor, y además es más cierto; sí que vuelven, pero ya ni recuerdan nuestros nombres, ni nos recuerdan a nosotros. U otra variante más y también con visos de realidad; sí que nos recuerdan, y recuerdan nuestros nombres, pero no nos reconocen en los que ahora somos.

Continuamente regresan personas y situaciones a nuestra vida. Personas y situaciones que creemos conocer, que pretendemos que nos conozcan. Tramposa actitud. Tramposa o simplista. O tramposa y simplista, y cómoda, sobretodo, cómoda. Con ella, quedamos exentos de seguir profundizando.

Ni somos aquellos que conocieron, ni son aquellos que conocimos. Si el tiempo nos ha enseñado algo, que tampoco tengo claro si es buen maestro, habremos mejorado, habrán mejorado. O quizás ni mejor ni peor, otra cosa, otra gente. Otra oportunidad. Sí, probablemente ese debiera ser el objetivo; aprovechar la oportunidad de seguir conociendo, de volver a conocer, de reconocer y de aprender.

Y a lo mejor, y sólo para rematar esta pedrada mía de hoy, se podría cambiar el final de la rima XXXVIII del Libro de los gorriones:

Pero mudo y absorto y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar,

como nos han conocido…, desengáñate,

¡no nos conocerán!

Y apelo al sentido del humor de Bécquer, para no ser inmediatamente fulminado por un rayo lanzado por él desde el Parnaso.


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