una había vivido siempre
en una encuadernación bíblica
de cuero corrugado
tejiendo telas entre salmos de David
un capullo en amén
un grillo momificado en aleluya
la otra entre las satinadas páginas
de un Playboy de los setenta
descolorido en una caja de desván
soñando fantasias de amor
sobre los rizos púbicos de Patti McGuire
ambas en la misma casa
buscándose en las noches de invierno
para mirar desde el techo la chimenea encendida
y rescatar desde el aire
sabores de un chardonnay destapado en la mesa