Yo no necesito velocidad,
sólo que me sonrías al verme llegar.
No necesito zapatos, ni objetos brillantes, ni nada que mi dinero pueda comprar.
Mi superficialidad es sólo un juego al que me entretiene jugar.
No quiero compasiones, ni que me dejen ganar.
No me pidas paz, porque si lo haces, yo más te declararé la guerra.
Puestos a rechazar, no quiero que me mires de reojo y luego no te atrevas a decirme aquello que ambos ya sabemos.
Y si tras mi tormenta llegó tu calma,
necesitaré que me saques a pasear, y saltar juntos de charco en charco, hasta hacerme recordar, que juntos somos el arcoiris de esta gran ciudad.