Pero no crean que fue muy lejos. Alquiló otro departamento a cuatro cuadras de acá, se jubiló y empezó a ser casi más habitué de estas esquinas que las mismísimas baldosas.
Al principio paraba en el Café de París, pero hace unos años parecería que es fan de La Bola de Oro y no existe en el año la tarde en que no lo vea sentado ahí en plena charla de amigotes del barrio, o sólo, dispuesto a contar de lo que sabe lo que más le interese a su interlocutor.
En las mañanas puede también encontrárselo en la costa del río, con una reposera sobre el césped, tomando sol. Tiene alrededor de 60 años, el pelo totalmente blanco peinado para atrás y un andar de quien se sabe atractivo. Claro, después de tanto sol, con el pelo tan blanco parece Guillermo Copola después de la "planchita", porque rulos no tiene.
Sabe quien es dueño de qué, quien sale con quien, qué problema tiene aquel y mucho más. Si piensa comprar una propiedad en el barrio, no dude en consultarlo. Eso si, sobre decoración mejor no le pregunte.
Hace poco comentaba con una vecina que al frente de este edificio le sentaría bien pintarlo a la usanza de "Ocean Drive" en Miami. Según él eso se expresaría con una ola color celeste pastel, al lado de otra ola verde pastel, al lado de otra ola rosa pastel.
¿Será sólo mal gusto o también fuertes intereses en el negocio de venta de pintura?
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