I
Arranco con mis manos las raíces del tiempo y dejo suspendidos los recuerdos sobre el manto, el mullido manto de muerte putrefacta; que calienta, que protege, que resguarda el arraigo de la vida.
II
Arranco la vida de entre la muerte. Me arranco y desmiembro, miembro a miembro las partes que entierro en el caldo primigenio que forma tus anhelos y observo, impasible desde lejos los estragos de un pasado muy presente.