Ya os he contado más veces que esto de la cirugía es una especie de montaña rusa. Una montaña en la que uno está hoy subiendo y mirando desde la cuesta arriba como será la bajada... ¿Habrá looping?
Hoy ha sido un día de subir. Por mi parte hice lo que tenía que hacer. Lo que debería hacer siempre un buen residente, y que a veces por mil excusas, absurdas o no, no hacemos. Hay veces, que aún haciendo todo lo que se debe las cosas no van como uno esperaría. Que voy a contar yo a estas alturas…
No ha sido el caso. Llegué a las 8, y hasta me dio tiempo a un café y un donut después de cambiarme de ropa. Puede que ese café haya sido el responsable de mi buen humor el resto del día… Vi a los pacientes, me sabía su historia, las indicaciones...
Ayer estudié hasta tarde. Me costó encontrar un libro de cirugía dónde se explicase la adrenalectomía laparoscópica. En la enciclopedia lo incluyen en el apartado de urología, y claro a ese no tengo acceso… Pero al fin lo encontré. Recordé ese libro de cirugía mínimamente invasiva que me compré en la librería del Clínico un día que salía de guardia (si Josefina no lo tiene no os molestéis en buscarlo en otro sitio, es la mejor librera del mundo). En realidad me lo compré bajo la influencia del saliente, en la que uno ve una cosa llamativa y saca la tarjeta de crédito, porque sufre el bien descrito en otros blogs como síndrome del “MeLo”. No tenía muy claro que lo fuera a usar para algo. Pero la verdad es que me ha salvado el culo muchas veces. No sólo por el texto y los resúmenes, sino por los DVDs dónde puedes ver explicadas y grabadas todas las técnicas que describe por laparoscopia. Vamos, una gran inversión que hoy me ha hecho aprovechar la cirugía desde el momento de la colocación del paciente hasta el final. Eso y dos adjuntos con buen humor, ganas de enseñar y buen saber hacer. Yo hice mi parte, pero sin ellos no me habría servido de nada…
Después otra cirugía fácil, en la que yo no estaba programada, pero he pedido permiso para colarme y me han dejado… Y claro, así cualquiera. Bajé a ver si había algo que hacer en la urgencia (cuando uno acaba pronto está feo dejar que los compañeros se coman marrones solos) pero casi no he hecho nada. Vamos que la cosa estaba tranquila y sólo he visto un paciente (en realidad a medio, porque según le arreglaba la herida, mi erre mayor, que apareció de repente, le acabó la historia). Y luego una sesión interesante de nuestro pequeño de Uro, que la verdad es que se podía quedar con nosotros porque trabaja fenomenal, gran inversión han hecho los urólogos.
Un vistazo a los pacientes que te recuerdan que no todos los días uno está en la parte alta… Una conversación, siempre agradable con los mayores, sobre lo que hacemos y lo que nos falta por hacer. Y ahora, de vuelta a la lucha, que mañana puede ser un gran día, pero yo debo hacer mi parte.