Revista Diario

Arrullo

Publicado el 04 enero 2023 por Evamric2012

Hace tiempo que no lloro fuera de casa, me habré vuelto púdica pero ni siquiera me dejo llevar en los funerales. No vendo ya mis lágrimas, plasma sanguíneo, agujeros negros salados, traviesas gotas de lluvia que corren por el cristal de unas gafas y la geografía de las montañas de mis mejillas hasta verlas caer en cascada desde el labio superior al inferior y hasta incluso engullir algunas, las más atrevidas en la profundidad de mi cueva, y allí, masticarlas, devorarlas, y limpiarles la nostalgia con la lengua y calmarlas en un arrullo.


ARRULLO

Las lágrimas como exilio, vano intento de cerrar la puerta a doble cerrojo, para detener el tiempo y dejar de sumar, pasividad en la mirada, sin pupilas que recuerden el olor del viento, el aroma de las nubes y el dolor que como un cáncer se instala en la tentación de romper el pudor de los espejos, del reflejo que en él como en los fotogramas llenos de bostezos, de mordazas, esconde ausencias, falta de nombres que perdieron hasta sus apellidos, desnudando así lo que ni tiene nombre.
Permanecer en esa elegante soberbia, la de no derramarse, es una manera de no saberse derrotado, de ahogarse en la contradicción,  de tragarse bajo el agua una susceptibilidad llena de pirañas, hasta henchirse de burbujas para  echarla a las hienas.  Pararse, y mirar desde lo alto de aquel árbol tapizado de otoños  el cansancio de un tiempo que se dilata…
La nostalgia, el arrullo de la emoción que te sube desde el dedo gordo del pie hasta la puntita de la nariz, bah, recuerdos que amañamos, amoldamos y matamos según ese mismo antojo de una cereza en la espalda en tiempo de sabores nonatos, nada. Sólo nos queda tender la voz al sol, y de las pinzas de nuestra boca, dejarla ir a esos Mares de China, y luego escribir el poema maldito bañado en multitud de horas bajo un whisky de esperas,  para que al cabo de un tiempo cuando alguna sirena se lo lleve mar adentro, tras releerlo, nos deje ese resabio de lo que esperamos, que este nada no sea para siempre, que no recordemos ya esas palabras que con aromas nuevos vuelva a hacernos temblar.
Tiempos vendrán en que recuerde tus labios mordisqueándome la oreja izquierda y yo a ti la derecha, tiempos han de ver en qué vereda de tu boca dejé los miedos, en qué lágrima lloramos juntos, en qué cristal se hizo añicos el sentido de la vida.
Y puede que hasta volvamos a temblar, trémulos bajo una tenue luz que permanece ante la estulticia, la vana sonrisa de lo que no logre barrer ni el polvo del silencio. Y tal vez entonces llorar, pero sólo ante alguien y por algo que lo merezca o valga la pena.
Porque, y ahí sí tienes razón,  ya no, no; ya no es tiempo de silencio.


La imagen de la cabecera como la de mi avatar son de Brian M. Viveros si queréis saber más cosas sobre él un clic en su nombre :)


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